La arrolladora hiperconcentración mediática

Editado por Maite González Martínez
2021-04-16 07:27:44

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La Vanguardia

Por: Roberto Morejón

América Latina no escapa a la tendencia mundial con prevalencia de modelos mediáticos corporativos, concentrados en pocas manos, fundamentalmente empresariales, desde donde presentan una visión egoísta de la realidad.

La región al sur del Río Bravo conoció que las dos mayores cadenas de televisión de habla hispana, la mexicana Televisa y la estadounidense Univisión se fusionaron para conquistar un mercado mayor.

Las entidades pugnarán por un espacio potencial de 600 millones de personas para competir con gigantes como Netflix, Amazon y Disney.

El acuerdo se inscribe en una corriente hacia la hiperconcentración de los medios, no pocos de ellos al servicio de instancias de poder de corte neoliberal y oligárquicas.

Se trata de plataformas excluyentes de los medios comunitarios, inclusive de los públicos, como parte de un bosquejo condensado también en las redes sociales.

Bajo el gobierno conservador de Mauricio Macri, Argentina vivió la fusión entre grandes conglomerados de medios con los servicios de telefonía e Internet, hasta levantar un valladar difícil de franquear.

En Colombia, el amplio espectro de la comunicación está bajo control de siete familias vinculadas con empresas, terratenientes y ganaderos.

Chile identifica una probada oligarquía mediática. En promedio la concentración en América Latina en términos de propiedad privada lucrativa sería del orden de 60 %, mientras en el país austral para la prensa escrita va más allá de 75 % y en la televisión se aproxima a 90 %.

Frente a ese predominio del poder decisorio en pocas manos se empinan significativos sectores sociales, en reclamo de que la difusión de noticias y otros contenidos sea derecho de todos.

No pocas organizaciones tejen medios alternativos que sin recursos intentan desafiar la mediática hegemónica.

Los comunicadores populares pugnan por contrarrestar la avalancha corporativa sobre la base de la resistencia y de reflejar urgencias de poblaciones, invisibles para la letra impresa, el éter y las redes.

La porfía es desigual y resulta espinoso desentrañar matrices de opinión sesgadas, repetidas hasta convertir falsedades en medias verdades.

Los grandes pulpos avanzan y la derecha afianza discursos gracias a un clima de desinformación y noticias simuladas, en el contexto de lo que expertos llaman la postverdad.



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