Jóvenes cubanos. Foto: Archivo/RHC.
Por: Roberto Morejón
Durante el ineludible receso escolar en Cuba a causa de la pandemia por la Covid-19, decenas de miles de jóvenes matriculados en Universidades no han permanecido inactivos, al contribuir a enfrentar dificultades del país.
Con respeto a las normas higiénico-sanitarias, los llamados pinos nuevos guiados por profesores y el Ministerio de Educación Superior escriben diariamente páginas de valentía y eficacia.
Precisamente participando en faenas propias de la lucha contra la pandemia, los muchachos ayudan en la organización de hospitales o centros de aislamiento, y recopilan datos para calzar ensayos clínicos de los candidatos a vacunas.
Es más, como parte de su relación con los hospitales, alumnos de las instituciones de altos estudios se vincularon a la solución de problemáticas de los inmuebles.
Ahí están los proyectos de estudiantes de ingeniería y arquitectura para resolver obstrucciones en redes sanitarias y mejorar el confort de los edificios.
Con el entusiasmo de la edad, aunque sin perder el sentido de la responsabilidad, matriculados en Universidades también visitan a personas vulnerables.
Mucha ayuda les proporcionan a quienes debieron permanecer en sus casas por el avance del SARS-Cov-2, de ahí la importancia de que alguien les lleve artículos esenciales.
Mientras estudiantes de Ciencias Médicas intervienen en pesquisas en barrios, otros pupilos ayudan a alistar recintos donde los cubanos recibirán gradualmente algunos de los candidatos a vacunas, al concluir los ensayos correspondientes.
Otros, más vinculados con la economía, conceden sus conocimientos al despegue de iniciativas de escala local, en correspondencia con la decisión del gobierno de otorgarle más autonomía y facultades a los municipios.
Los jóvenes cooperan en territorios de la base donde implementan proyectos sustentables, con óptimo aprovechamiento de recursos, propios de la llamada economía circular.
Cuba necesita, precisamente, de un movimiento juvenil de esa naturaleza ante las apremiantes limitaciones materiales de los últimos años, a causa del bloqueo estadounidense y los efectos de la pandemia en la economía.
Un país donde el 90 por ciento del turismo está paralizado requiere del concurso de sectores de la población que, como los jóvenes, pueden trabajar en pos de producir localmente cuanto sea posible, a favor del desarrollo de la economía.