Foto: Archivo/RHC.
Por: Guillermo Alvarado
Recientemente le decía a una buena amiga y lectora que el ser humano es la especie más contradictoria en nuestro mundo, capaz de realizar los más puros y desinteresados gestos de amor por sus semejantes, pero también de cometer los crímenes más crueles.
La frontera entre ambos rostros está, agregué, en los principios, la ética y la formación que cada cual recibe en el entorno social al que pertenece.
Desafortunadamente debo aceptar que en estos días prevalece el lado más oscuro de nuestra conducta, como lo muestran los acontecimientos en Afganistán y el Oriente Medio.
En esta última y convulsa zona, Israel ha lanzado de nuevo sus máquinas de matar contra la población palestina, en una agresión que nos hace recordar la operación Margen Protector, perpetrada por el ejército sionista en 2014.
Durante 50 días se bombardeó por aire, mar y tierra la Franja de Gaza, estrecha lengua de tierra donde murieron dos mil 130 personas, la mayoría civiles y una cuarta parte niños.
Hoy todo parece encaminarse en una dirección parecida según advirtieron hace pocas horas el primer ministro en funciones de Israel, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Defensa, Benny Gantz.
Desde principios de mayo la tensión brotó en Jerusalén Oriental, donde varias familias palestinas están bajo amenaza de expulsión. Después la policía sionista atacó a un grupo de personas en la Explanada de las Mezquitas y causó heridas a cientos de ellas.
Hace tres días la fuerza aérea israelí inició bombardeos contra Gaza, supuestamente en respuesta al lanzamiento desde allí de cohetes artesanales.
Aunque desde diversos lugares del mundo, incluida la Organización de las Naciones Unidas, se hacen llamados a la mesura, los ataques continúan y de acuerdo con un recuento publicado la víspera, ya murieron 60 personas, entre ellas numerosos niños.
Por Internet se pudo ver la destrucción de dos edificios, uno de ellos donde tenían oficinas algunos responsables de la organización Hamas y otro donde funcionaba un canal de televisión palestino. Lo que no se ha dicho es que también vivían familias que lo perdieron todo, muchas incluso la vida.
La Corte Penal Internacional, que investiga las pasadas atrocidades israelíes en territorios palestinos ocupados, dijo que en estos días se pueden haber cometido numerosos crímenes de guerra.
Nunca, sin embargo, un militar o dirigente sionista fue juzgado y castigado por semejantes violaciones a los derechos humanos, una mancha más en la conciencia de nuestra especie.
