Universidad de Colombia. Foto: eltiempo
Por: Roberto Morejón
Para restarle aliento a las protestas contra el injusto modelo de vida, el gobierno colombiano anunció que los grupos juveniles de menos recursos, llamados estratos 1, 2 y 3, tendrán gratuidad en las matrículas de la educación superior y técnica.
Se trata de una concesión arrancada por los colombianos que paralizaron el país, en primera instancia contra un proyecto de reforma tributaria retirado a la postre.
Ni con esa maniobra desesperada el presidente Iván Duque y los sectores de extrema derecha que con Álvaro Uribe controlan el poder, pudieron conciliar el sueño.
Las peticiones de variado origen se acumularon, desde sindicatos en rechazo a la desigualdad, el desempleo y la falta de oportunidades hasta los discípulos de los centros de altos estudios.
Tienen razones para desfilar. En Cali, epicentro del torbellino social, hay una única universidad pública, solo con capacidad para 30 mil alumnos, cuando 500 mil están en edades de acceder.
Pero si bien en Colombia todo está en venta como reza el neoliberalismo rampante, no hay dinero para levantar academias públicas de nivel superior.
Las privadas mantienen costos de matrículas prohibitivos para familias de medios o bajos recursos interesadas en la continuidad de estudios de sus hijos.
Se entiende entonces que las estadísticas señalen que 40 por ciento de los cerca de 690 mil estudiantes del grado once egresados anualmente, no tendrán posibilidad de proseguir adiestramiento de alto perfil en Colombia.
Hablamos de una realidad lacerante que respalda a quienes exigen educación superior pública gratuita, mucho más cuando el país afronta una severa crisis económica, agravada por la pandemia de COVID-19.
Hasta ahora el gobierno había mantenido oídos sordos a este y otros alegatos, al parecer porque defiende otras prioridades, entre ellas el enorme gasto del Presidente de la nación en publicidad oficial, según la revista Forbes.
Claro, ahora el pueblo se desbordó en las calles y ante tanta presión popular y junto a la orden de reprimir como si fuera una guerra, el gobierno anuncia miles de matrículas gratuitas en la educación superior.
Académicos preguntaron si a la par la Casa de Nariño aumentará las inversiones en la educación superior, imprescindibles para responder ante una previsible alza del alumnado.