ONU condena asesinato de líder indígena costarricense y urge a detener violencia contra pueblos indígenas.
Por María Josefina Arce
El robo de las tierras de los pueblos nativos ha sido una constante por siglos en todo el mundo. Es un viejo conflicto rodeado de discriminación, violencia y muerte y que en Costa Rica se ha recrudecido en las últimas décadas.
Más del 2% de la población del país centroamericano, de casi cinco millones de habitantes, es indígena y conforman nueve naciones, repartidas en 24 territorios.
Por décadas se han violado sus derechos, a pesar de que en 1977 se aprobó la Ley indígena, que reconoce el derecho de estas comunidades a sus tierras, que años después siguen ilegalmente en manos de personas que no pertenecen a esas tribus.
También se ha visto frenado en el Congreso por las distintas legislaturas un proyecto de ley de Desarrollo Autónomo indígena. Grande ha sido la oposición del sector privado por considerarlo un riesgo para las inversiones extractivas en los terrenos que han usurpado.
Terratenientes y ganaderos han criminalizado, perseguido y asesinado a miembros de esas etnias, además de promover un mensaje de odio e incitar al racismo y la violencia.
Ese fue el caso de la marcha de los últimos días realizada en el sur del país contra los nativos Cabécar, bajo la mirada cómplice de las autoridades locales y denunciada por organizaciones sociales, de derechos humanos, de mujeres y ecuménicas.
Recientemente la ONU expresó su preocupación por la violencia en Costa Rica contra los pueblos originarios y llamó a que se les garantice su derecho a poseer, utilizar y manejar sus tierras y recursos.
Poco o nada han hecho los sucesivos gobiernos costarricenses por poner fin a esta situación que se ha cobrado la vida de numerosos líderes de estas etnias, a las que se les ha negado una vida digna.
Informes del PNUD, Programa de la ONU para el Desarrollo, señalan que los pueblos nativos de Costa Rica están en los primeros lugares en pobreza y desnutrición.
De hecho 70% de los hogares indígenas tienen necesidades básicas insatisfechas en ámbitos como la salud, educación y vivienda.Asimismo, solo 40% tiene acceso al agua potable y 67% a la electricidad.
Costa Rica tiene una deuda pendiente con los pueblos autóctonos, que mucho han contribuido a la diversidad y riqueza de la sociedad. Y mientras tanto son víctimas de la violencia y el odio. Hoy son muchas las familias que aún esperan justicia por el asesinato de alguno de sus miembros.