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Por María Josefina Arce

En diciembre de 2020 Cuba se convirtió oficialmente en país observador de la Unión Económica Euroasiática, un bloque que tiene su mirada puesta en un mayor desarrollo sostenible para el incremento del bienestar de sus ciudadanos.

Rusia, Kirguistán, Belarús, Armenia y Kazajstán conforman el mecanismo que ha mostrado su interés en ampliar sus nexos comerciales con América Latina y el Caribe, lo que se reafirma con el otorgamiento del estatus de observador a la Mayor de las Antillas.

El archipiélago cubano ya ha participado de manera virtual, a causa de la COVID 19, en encuentros de la Unión Económica Euroasiática, donde el presidente Miguel Díaz Canel ha reiterado la disposición de  ampliar y fortalecer el intercambio en distintas esferas.

Los estados miembros calificaron la incorporación de Cuba como un paso verdaderamente importante y cualitativo para consolidar los lazos de la Unión con sus socios naturales.

No podemos olvidar que a La Habana la unen con las naciones del bloque históricas relaciones de amistad y cooperación desde que formaban parte de la antigua Unión Soviética.

Cuba también valora altamente el apoyo brindado por estos países, ante las limitaciones económicas que impone el bloqueo que por casi 60 años mantiene Estados Unidos contra el pueblo cubano.

Además de que  los estados de la alianza, establecida en enero de 2015, ya colaboraban con el archipiélago cubano mediante un memorando firmado en 2018.

El documento establece como objetivo aumentar los volúmenes del intercambio comercial y las inversiones, la aplicación de medidas dirigidas a eliminar las barreras existentes y promover una mayor colaboración en las esferas que resulten de interés para ambas partes.

El bloque puede contribuir mucho en ramas en las que tiene una gran fortaleza como la energética y el transporte, mientras que Cuba puede aportar en la salud, la biotecnología y la biofarmacéutica.

En el plano bilateral la Mayor de las Antillas  ha seguido fomentando los vínculos con los miembros de la Unión no solo en lo económico, sino también en lo político en el que existen puntos de vista comunes.

Sin dudas, hay grandes potencialidades para continuar fortaleciendo las relaciones entre las dos partes, que a partir de 2006 adquirieron una mayor dinámica con visitas al más alto nivel.

Está abierto el camino para un nuevo capítulo en la cooperación entre la nación caribeña y los países del entorno euroasiático, que puede llevar incluso, a la colaboración con estados de otras regiones y redundar en beneficio de todos.