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Por María Josefina Arce
La semana se inició con un desfavorable balance para América Latina y el Caribe. La cifra de personas fallecidas en el mundo desde la aparición de la COVID 19 sobrepasa los tres millones, más de un millón pertenecen a la región.
La directora de la OPS, Organización Panamericana de la Salud, Carissa Étienne, afirmó que la situación es preocupante, pues el número de contagiados tiende a subir en algunos estados, mientras las campañas de vacunación marchan bastante atrasadas.
"Esta pandemia está lejos de haber terminado y está golpeando en la actualidad duramente a América Latina y el Caribe", señaló la funcionaría.
De acuerdo con las informaciones, la región tiene en estos momentos la más alta tasa de muertes per cápita. Aún sin concluir, mayo es ya uno de los meses más complejos del presente año.
Treinta y un por ciento del total de fallecidos a nivel mundial se registró en esta parte del planeta, donde vive solo 8,4% de la población del orbe.
Países como Brasil, Colombia, México, Argentina y el Perú contabilizan 89% de los muertos por la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, que ha puesto a prueba los sistemas sanitarios del área, mostrando su precariedad en muchos casos.
Por décadas se obviaron o fueron mínimas las inversiones en la salud pública, a causa del modelo neoliberal puesto en marcha en buena parte de las naciones latinoamericanas que llevó a la privatización de este fundamental servicio que quedó fuera del alcance de muchos, especialmente de los más humildes.
Asimismo, la llegada en otros de la derecha al poder, tras años de exitosos gobiernos progresistas,dieron al traste con lo logrado en materia de salud, no solo en mejores índices sanitarios, sino de una mayor cobertura en las áreas más apartadas.
El resultado hospitales colapsados, personas muertas en las calles y en los pasillos de los centros asistenciales por falta de capacidad y del equipamiento necesario para hacer frente a una dolencia altamente contagiosa y letal.
Sumado a esto la ineficaz respuesta de algunos gobiernos como el de Brasil, país que ha vivido en los últimos meses tristes jornadas. En la memoria quedarán los reclamos, incluso por las redes sociales, de oxígeno de la ciudad de Manaos ante la falta de ese recurso para atender a los enfermos.
La pandemia también demostró la necesidad de invertir en la industria farmacéutica para ampliar la capacidad de la región en la producción de insumos médicos estratégicos y hacer frente a esta emergencia sanitaria mundial y otras por venir.
Dejó de manifiesto igualmente las desigualdades existentes para acceder a las vacunas y la vital importancia de la cooperación y solidaridad. Las naciones más ricas han acaparado los inmunos, en detrimento de las menos desarrolladas.
Varios informes señalan que los países con mayores ingresos se han hecho con dosis de las distintas vacunas suficientes para inmunizar a más del doble de sus poblaciones adultas, mientras que los estados de bajos y medio ingresos apenas cuentan con dosis para cubrir a un tercio de su población adulta.
América Latina y el Caribe es hoy la región más afectada en el mundo por la COVID 19, resultado de una serie de factores que van desde la pobreza hasta la falta de una respuesta efectiva de varios gobiernos.
