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Por María Josefina Arce
La derecha continúa perdiendo terreno en Chile. Muy mal parada quedó en las elecciones para gobernadores, escogidos por primera vez democráticamente por voto popular, y que deberá ser una figura de contrapeso al gobierno central.
Ya los resultados de la primera vuelta, celebrada en mayo pasado, hacían prever su descalabro en el balotaje del domingo último, en el que solo logró imponerse en la Araucanía, con un candidato independiente que se presentó a las elecciones en la lista del bloque oficialista.
Y el revés es más significativo, pues el aspirante derechista a la gubernatura de la región Metropolitana de Santiago de Chile, la capital, se quedó en el camino en la primera vuelta. El triunfo se lo llevó este fin de semana Claudio Orrego, de Unidad Constituyente, de centroizquierda, vinculada a la Democracia Cristiana y el Partido Socialista.
La zona metropolitana, donde habita 40% de la población del país austral, es considerada clave en el camino a futuras elecciones generales, por lo que constituye un duro golpe para los aspirantes de la derecha, con la mirada puesta en los comicios de noviembre venidero.
A esta segunda ronda fueron trece regiones que quedaron pendientes de mayo pasado, cuando solo se lograron resultados en Valparaíso, que quedó en manos de la coalición izquierdista Frente Amplio, y en Aysén y Magallanes, donde triunfaron los candidatos de Unidad Constituyente.
En el nuevo mapa político chileno 10 de las 16 gubernaturas de la nación están en poder de la centroizquierda, tres en manos de independientes, dos fueron para el izquierdista Frente Amplio y solo una para la derechista Chile Vamos, que respalda el presidente Sebastián Piñera.
En esta segunda vuelta, marcada por un repunte de los casos de COVID 19, se registró uno de los porcentajes más bajos de participación. Apenas 19,6 del padrón electoral acudió a las urnas para designar a los líderes regionales.
El país suramericano sufre de un marcado abstencionismo, sobre todo desde que se implantó en 2012 el voto voluntario.
Los resultados de los comicios para gobernadores evidenciaron una derecha en retroceso. Fue nuevamente la gran perdedora, luego de que no lograra ni un tercio de la membresía de la Convención Constitucional, que deberá redactar a partir de julio próximo la nueva Carta Magna que sustituirá a la heredada de la dictadura militar del general Augusto Pinochet.
Los analistas estiman que las elecciones previas a las presidenciales históricamente han sido una especie de termómetro para medir las preferencias políticas de los chilenos.
Desde el estallido social de octubre de 2019 la derecha en Chile vive fracaso tras fracaso, y ha quedado relegada en el nuevo mapa político que se está conformando en el país austral, en el que hay que tener en cuenta a los independientes, quienes van ganando terreno.