Nadie duda que esta prolongada guerra fue un fracaso para las tropas norteamericanas
y sus aliados. Foto tomada de Índice Político
Por Guillermo Alvarado (RHC)
En silencio y al amparo de la oscuridad nocturna, las tropas de Estados Unidos junto a sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), abandonaron la base aérea de Bagram, en Afganistán, lo que aproxima el final de una inútil guerra de 20 años, la más larga librada por la potencia norteña.
De esta manera, la más grande instalación militar que sirvió de cuartel general a las fuerzas de ocupación, garantizó la visita de presidentes y otros altos funcionarios, y fue punto de partida de miles de misiones aéreas que mataron gran cantidad de civiles, quedó vacía hace algunos días.
Un despacho de la agencia Prensa Latina, que cita al diario Barras y Estrellas, señala que los militares afganos están molestos porque no fueron informados previamente de esta salida, realizada justo cuando se desarrolla una fuerte ofensiva de las tropas del Talibán.
El país centroasiático fue bombardeado y ocupado en 2001 por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, como represalia por no entregar a Osama Bin Laden, presunto autor intelectual de los ataques en Nueva York del 11 de septiembre de ese año.
A lo largo de casi dos décadas, el Pentágono y la OTAN descubrieron que una cosa es ocupar un territorio y otra muy distinta es controlarlo y se sumaron a otros ejércitos, comenzando por el de Alejandro de Macedonia, que se rompieron los dientes en las escarpadas montañas afganas.
Como suele ocurrir siempre, los civiles llevaron la peor parte en este conflicto y de acuerdo con cálculos especializados, 47 mil 240 murieron, cientos de miles quedaron mutilados y casi 3 millones debieron abandonar sus hogares para salvar la vida. Unos 66 mil soldados afganos perecieron en la guerra.
El ejército de Estados Unidos tuvo dos mil 400 bajas mortales y 20 mil heridos, pero no se conoce cuántos sufrieron severos traumas psicológicos y necesitan ayuda médica para medio vivir.
Nadie duda que esta prolongada guerra fue un fracaso para las tropas norteamericanas y sus aliados, pero resulta muy difícil responder a la elemental pregunta de ¿quién ganó? a menos que se piense en el Complejo Militar Industrial, cuyo negocio es expandir la muerte.
El presidente Joe Biden puso el próximo 11 de septiembre, fecha simbólica, para completar la retirada, y los militares dicen que puede ser antes.
Será, en todo caso, un regreso sin gloria y atrás quedará un país que nunca volverá a ser el mismo, poblado de mercenarios, ahora llamados “contratistas”, sumido en la violencia y al borde de una guerra civil.
Terminará así una injusta y dolorosa intervención militar que recibió el grotesco nombre de “Libertad duradera”. ¡Las cosas que hay que ver!