Canal Caribe
Por María Josefina Arce
Hace ya 17 años una iniciativa de Cuba y Venezuela brindaba una esperanza a América Latina, sobre todo a sus pobladores más humildes que no contaban con los recursos necesarios para recuperar la visión.
Como su nombre lo indica la Misión Milagro fue eso para muchos: un milagro hecho realidad, gracias a la solidaridad de dos naciones que unieron voluntades a favor de los siempre olvidados, los más pobres.
En un vuelo humanitario, los 50 primeros pacientes venezolanos para ser operados de cataratas partían de Caracas a La Habana el 8 de julio de 2004, quedaba inaugurada así oficialmente la Misión Milagro.
Hoy en territorio venezolano personas aquejadas de cataratas, glaucoma y carnosidad, entre otras afecciones, se benefician a diario del servicio gratuito ofrecido en 18 centros asistenciales y 21 posiciones quirúrgicas, gestionadas por profesionales de la brigada médica de Cuba en el país suramericano.
En todo este tiempo y hasta mayo pasado los especialistas cubanos habían realizado más de 35 millones de consultas de oftalmología.
Y aunque la llegada de la COVID 19 detuvo momentáneamente en 2020 este preciado servicio médico, ya en los primeros cinco meses del presente año se han realizado unas 10 MIL cirugías.
Pero la Misión Milagro se amplió. En 2005 se firmó entre Cuba y Venezuela el Compromiso de Sandino para la intervención quirúrgica de seis millones de latinoamericanos con problemas de visión en un periodo de diez años, a través de ese programa humanitario.
Y entonces se hizo habitual la instalación de sitios de intervención en varios países latinoamericanos o su atención en suelo cubano o venezolano. Ciudadanos de Bolivia, Ecuador, Guatemala, Argentina, Brasil, entre otros países del área, han sido beneficiados con esta iniciativa de gran impacto social.
Muchos de estos pacientes, refieren los especialistas, eran niños con cataratas congénitas y otras enfermedades que no habían podido ser atendidos por las condiciones de pobreza en que vivían.
Esencial fue y es la presencia del personal cubano de salud y el apoyo financiero del ALBA-TCP, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos.
Más que la alta cifra de operados que sin dudas impacta y motiva, a los participantes en esta humanitaria y solidaria iniciativa los enorgullece el saber que han llevado luz y esperanza a muchas personas que han podido recuperar sus vidas.