Imagen / © Jorge Cabrera / Reuters
Por: Guillermo Alvarado
Estados Unidos ha demostrado con harta frecuencia que es un territorio fértil para que prosperen allí todo tipo de campañas de odio, incluso las más disparatadas, como una reciente que pretende culpar a los migrantes indocumentados por la nueva ola de covid-19 que azota a ese país.
Durante las últimas semanas los contagios se multiplicaron, con mayor incidencia en los estados de Florida, Luisiana y Arkansas y muchos hospitales dejaron de recibir pacientes porque están saturados.
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades dijeron que en Florida este fin de semana reciente se batió la marca de casos, con más de 28 mil 300 cada día.
Hasta el momento en la nación norteña hay 36,2 millones de enfermos por este coronavirus y perdieron la vida 618 mil personas. La variante delta está presente en la gran mayoría de las infecciones detectadas.
En este ambiente crítico se ha desatado una campaña en las redes digitales, donde se culpa a los migrantes que intentan entrar al país por la frontera con México de ser la causa principal del problema.
Se trata con ello de incrementar los sentimientos racistas y xenófobos hacia quienes buscan una vida mejor, que se les ha negado en su lugar de origen.
Lo que no se dice es que en la línea de demarcación se mantienen las medidas extremas dictadas por el expresidente Donald Trump, entre ellas la deportación inmediata de quienes son detenidos en su intento de cruzar.
Comparativamente son pocas las familias a las que se les permite iniciar un trámite de asilo, con respecto a las que son rechazadas y devueltas a su país, generalmente en el Triángulo Norte Centroamericano, o el mismo México.
Están exentos de la expulsión los menores no acompañados, quienes son ingresados en centros de retención, donde no pueden tener contacto con la población estadounidense.
De tal manera, indicaron autoridades de salud en el condado Hidalgo, Texas, que los migrantes no pueden ser responsables del repunte de casos en Estados Unidos y recordaron que la variante delta comenzó a circular allí mucho antes que en los puntos de partida de esos grupos humanos.
En realidad la nueva crisis tiene que ver más con la población que se niega a vacunarse, que con los que buscan entrar al territorio norteño.
Se agrega el rechazo de las autoridades federales de imponer restricciones a la población, entre ellas el uso obligatorio de mascarilla, estén o no vacunados.
No funciona, pues, culpar a los migrantes por lo que ocurre en una sociedad remisa a asumir su responsabilidad en el combate de una enfermedad global, que no desaparecerá allí, si no desaparece en todas partes.