Manifestaciones de protesta por asesinato de George Floyd. Fuente / umbrales.edu.uy
Por: Guillermo Alvarado
Señalaba en la entrega anterior que la Guerra Civil de Estados Unidos no tuvo como objetivo la eliminación del oprobioso sistema de la esclavitud en sí misma, sino que fue el enfrentamiento entre dos modelos de producción que lucharon por convertirse en hegemónicos en esa nación.
Para comprender cómo este conflicto desgarró al país norteño, de tal forma que nadie, blancos, negros o mestizos volvieron jamás a ser lo mismo, recomiendo una atenta lectura a esa bella novela de William Faulkner titulada “Absalón, Absalón”.
Respecto al drama de la población negra hay que decir que si bien Abraham Lincoln abolió la esclavitud en 1862, en plena guerra, eso no tuvo vigencia sino hasta el 6 de abril de 1865, cuando se rindieron las tropas confederadas.
Los recién “liberados” descubrieron que no eran ciudadanos de ninguna parte, carecían de derechos civiles, antes menospreciados, luego despreciados, la explotación sólo cambió de traje, los amos se convirtieron en patrones, pero sus miserias se mantuvieron casi iguales.
En medio del conflicto surgió la práctica del linchamiento que sólo fue declarada ilegal por el Senado en 2018 y sancionada en la Cámara de representantes dos años después.
Cálculos conservadores estiman que entre 1862 y 1965 más de 4 mil 500 negros fueron linchados y el 99 por ciento de culpables quedaron impunes.
En la llamada mayor democracia del mundo, los derechos humanos y civiles de los descendientes de los esclavos fueron reconocidos a cuentagotas a lo largo de más de un siglo, y eso luego de duras y en ocasiones cruentas luchas.
Fue hasta 1965 que se promulgó la Ley de los Derechos Civiles, lo que no impidió que el racismo sistémico y estructural y la feroz segregación se mantuviesen casi intactos.
Un hito en esta historia lo marca el asesinato del Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King, el 4 de abril de 1968, que desató la más grande ola de protestas en ese país que culminó con el despliegue de 58 mil soldados, la detención de 27 mil civiles, 3 mil 500 heridos y 43 muertos.
No fue el último pues habría que agregar los nombres de los afroamericanos Thimoty Thomas, Michael Brown, Freddy Gray y George Floyd, entre otros, asesinados por la policía sin más razones que su raza.
Sugiero, pues, que cuando el presidente Joe Biden realice en diciembre próximo su Cumbre sobre Democracia y Derechos Humanos, incluya en su agenda estas historias y le diga al mundo cómo piensa compensar a los descendientes de los esclavos y a las víctimas del racismo.
Eso, sin olvidar el desagravio a los países africanos en cuyo territorio ocurrió la más atroz cacería humana, jamás vista en la historia de nuestra especie.