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Por Guillermo Alvarado (RHC)
El fracaso de las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio, OMC, para avanzar en la liberación de las patentes de las vacunas contra la Covid-19 y lograr así un acceso equitativo a esos productos, mantendrá o ampliará las brechas entre países ricos y pobres en el combate a la pandemia.
Tras dos días de discusiones en el Consejo que trata los temas relacionados con la propiedad intelectual, el responsable de ese equipo, Dagfin Sorli anunció que no se llegó a una conclusión positiva, lo que envía una mala señal a todo el planeta porque una vez más la solidaridad queda por detrás del lucro.
Organizaciones No Gubernamentales, la ONU, numerosos países y personalidades de todo el mundo apoyan la iniciativa de que se liberen las patentes, se permita la producción masiva de esos biopreparados y se alivie la presión sobre los pueblos que carecen de poder financiero para comprarlos.
Sin embargo, las grandes transnacionales farmacéuticas y las naciones de donde proceden sus capitales se niegan con múltiples argumentos. Uno de los últimos fue que suspender temporalmente su derecho a la propiedad intelectual debilitaría la innovación.
De manera artera soslayan el hecho de que buena parte de las investigaciones para estas vacunas se financiaron con fondos públicos.
Conviene acotar aquí que cuando se habla de “fondos públicos” no pensamos en dinero propiedad de gobiernos, porque ninguno de ellos genera riqueza, sólo administran la que produce el pueblo y va a parar a las arcas estatales por medio de diversos mecanismos, en particular de los impuestos.
Resulta, entonces, que fue con el producto del trabajo de la sociedad que estas transnacionales pudieron hacer sus investigaciones hasta alcanzar el producto, que ahora les aporta obscenas ganancias.
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Excepto Cuba, que produce sus propios preparados, los países pobres están vacunando a su población con donaciones, que son migajas insuficientes y el resultado se ve con un vistazo a las estadísticas mundiales.
De acuerdo con un reporte actualizado de Our World in Data (Nuestro mundo en datos), Estados Unidos vacunó por completo al 57,3 por ciento de sus habitantes; Japón al 66,6; Alemania al 65,7; Francia 67,2; Italia 70,9; y España inmunizó al 78,2.
En el otro extremo están naciones como Iraq, con 7.9 por ciento; Nigeria el 1,1; Etiopía el 0,8; Uganda 0,9; Costa de Marfil, 2,3 y Afganistán, de donde las tropas de las potencias occidentales recién se retiraron, el 1,1 por ciento.
Como se puede apreciar a simple vista, las diferencias son abismales, como la noche y el día, como la vida y la muerte.
