Imagen tomada de TeleSur
Por Guillermo Alvarado (RHC)
Liquidada la primavera democrática guatemalteca en 1954, Estados Unidos pareció tomar control de nuestra región, destinada a ser patio trasero y retaguardia en la guerra fría, atada por instrumentos como la Organización de Estados Americanos y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.
Poco tiempo le duró el gusto a Washington, porque el 1ro de enero de 1959 triunfó la Revolución cubana que vino a transformar de manera radical y permanente las relaciones hemisféricas, en particular porque demostró que es posible liberarse de la hegemonía de la potencia norteña.
Por eso, desde el principio se comenzaron a trazar planes de tinte terrorista para destruir este proceso, entre ellos la implantación de bandas armadas capaces de cualquier tropelía para sembrar la zozobra entre la gente.
En el amplio espectro de esta guerra no declarada, pero muy activa, estuvo la Operación Pluto, aprobada por el presidente Dwiht Eisenhower, el 7 de marzo de 1960 y a cargo de la Agencia Central de Inteligencia.
La sede de esta conspiración se instaló en un edificio del Pentágono en Washington y al frente se nombró al segundo de la CIA, Richard Bissell, quien diseñó operaciones psicológicas, de infiltración de armas y explosivos y, finalmente, la fracasada invasión de Playa Girón.
Con ese objetivo se reclutó un ejército mercenario que fue entrenado en una finca del suroccidente de Guatemala, con la aprobación del entonces sumiso y obediente gobierno del general Miguel Idígoras Fuentes.
Fue también ocasión de demostrar la solidaridad del pueblo de la nación centroamericana con la naciente Revolución de Cuba, según me narró el prestigioso intelectual Mario Aníbal González, quien en esos años ejercía la docencia en la occidental ciudad de Quetzaltenango.
Estudiantes que llegaban del vecino departamento de Retalhuleu informaron de los movimientos extraños de tropas y pertrechos militares, por lo que se estableció un discreto sistema de vigilancia cuyos datos eran entregados a manos amigas, para que los hicieran llegar a donde hacía falta, dijo González.
Como se sabe, el desembarco por Playa Girón fue un rotundo fiasco porque los estrategas de la CIA no supieron valorar la profunda cohesión y patriotismo del pueblo, ni la sabiduría de la dirección revolucionaria, encabezada por el Comandante en Jefe, Fidel Castro (1926-2016).
Cuba mantiene su soberanía, pero el costo pagado por el terrorismo de Estado norteamericano hasta el día de hoy es muy elevado, lo que debería enrojecer de vergüenza a la Casa Blanca y los presidentes que por allí han desfilado.
Son apuntes, amigos, para que Joseph Biden exhiba ante sus colegas cómo maneja el imperio conceptos como democracia y derechos humanos.