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Por: Roberto Morejón

En la sucesión de amagos para crear en Cuba situaciones inmanejables, sobresalió por su tinte caricaturesco la proclamada intentona de volar de Miami a La Habana de un pequeño grupo de alegados guerreros, en zafarrancho redentor, según sus pregones.

 Movilizaron dinero, contrataron un jet privado, hicieron declaraciones ampulosas, vistieron de blanco y hablaron de planes para, desde La Habana, “inspeccionar”, si les era permitido, un plan  inconstitucional en este país.

Con maletines a su lado, posaron ante las cámaras, entre otros, un legislador de un país europeo, una dama envuelta en trajines trumpistas y un influencer, conocido por asociar intrigas a sus enconados llamados a Washington a “cerrarlo todo”, y asfixiar por hambre a los residentes en el archipiélago.

El eurodiputado Hermann Tertsch, del ultraconservador partido español Vox,  emergió entre los enrolados en el vuelo, en cuyo destino —dijeron--- tenían derecho a aterrizar.

El también periodista y escritor ha sido calificado por el sitio español Público como uno de los máximos exponentes políticos de la intoxicación con mentiras, pues, apuntó la fuente, es imposible llevar la cuenta de los bulos que ha difundido.

A principios de 2020, Izquierda Unida y Podemos interpusieron ante el Tribunal Supremo español una querella contra Hermann Tertsch por instigar un golpe de Estado.

Con esas ínfulas, sería posible considerar que el eurodiputado actuara como escolta de su compañera en el estropeado viaje hacia La Habana, Rosa Payá.

Esta última es la presidenta de “Cuba Decide”, organización financiada por la NED, National Endowment for Democracy, a su vez pagada por la USAID, Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

Ambas son herramientas del Departamento norteamericano de Estado para campañas de subversión, como la que el ilustre colectivo deseaba “examinar” en Cuba.

La columna paseante debió retractarse apresuradamente de su objetivo, pues no sería bienvenida, después de asegurar que llegaría a la capital cubana. A la postre, quedó truncada la intrépida misión.

Lo que los analistas calificaron de acto circense llegó a su fin, aunque eso sí, los conjurados en la farsa evidenciaron sus estrechos lazos.

Nada se perdió en Cuba al malograrse la cabalgata aérea.