Foto: Archivo/RHC

Por Guillermo Alvarado (RHC)

Faltan 17 días para la ronda definitiva de los comicios presidenciales en Chile y, a pesar de que los sondeos dan como favorito a Gabriel Boric en la intención de voto, todavía hace falta desbrozar mucha hierba para encontrar el camino correcto en un panorama confuso y cambiante.

La realidad es que no hay nada seguro para nadie y tanto Boric, de la coalición progresista Apruebo Dignidad, como José Antonio Kast, del ultraderechista Pacto Social Cristiano, están corrigiendo errores de cálculo y de concepto cometidos durante la campaña hacia la primera vuelta.

Kast, quien marcó la delantera el 21 de noviembre con 27,9 por ciento de los sufragios, intenta desvanecer un tanto la imagen misógina, xenófoba y pinochetista a ultranza que trazó con anterioridad y ya sumó el apoyo de la derecha tradicional y conservadora de ese país.

Como era de esperarse, avanza con timidez hacia el centro del espectro político chileno, pero carga a sus espaldas con un pasado extremista y nostálgico de los peores excesos perpetrados durante la dictadura militar.

De hecho, sus primeros pasos los dio como un ferviente activista a favor de Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988, cuando se decidía la permanencia en el poder del general golpista y genocida.

Foto: Archivo/RHC

En cuanto a Boric (izquierda en la foto), éste y su equipo cometieron el desliz de pensar que  recibirían el apoyo automático de los que participaron en el levantamiento de 2019, y que luego aprobaron la Comisión Constituyente.

Olvidaron, quizás, que el estallido contra el neoliberalismo y por la nueva Carta Magna no fue dirigido por los partidos políticos, sino por una compleja red de coordinadoras sociales y populares y jóvenes descontentos que luego no vieron reflejadas sus aspiraciones en los programas de los candidatos.

Por inexperiencia, sin duda, Boric se dejó arrastrar a las críticas contra Nicaragua, Venezuela y Cuba, lo que fue por lo menos una incongruencia cuando la coalición que lo apoya trataba de posicionarse en la izquierda.

Ambos, Boric y Kast están peleando ahora por los simpatizantes de Franco Parisi, un fenómeno nuevo en la política, pero que merece analizarse porque podría repetirse en otros lugares de nuestra región.

Como dijo el analista Pablo Jofre, Parisi nunca estuvo en Chile, tiene problemas judiciales, no debatió, no tuvo contacto con la gente, no fue al terreno, todo lo hizo vía internet y, sin embargo, sacó casi un millón de votos.

En estas dos semanas la lucha es por las alianzas, que nunca son gratis y en las que, conviene recordar, el sufragio jamás se transmite completo de un candidato a otro porque en este tipo de política dos más dos, rara vez son cuatro.