Por: Roberto Morejón
Desde el triunfo de la Revolución, Estados Unidos ha intentado forzar un cambio de gobierno en Cuba, propósito acentuado durante la pandemia, con la esperanza de aprovechar un momento sensible como el del azote de la Covid-19.
El período 2020-2021 ha sido especialmente difícil para los cubanos al asociarse el recrudecimiento del bloqueo, los contagios por el SARS-Cov-2 y la vulnerabilidad económica a partir de cuantiosos gastos para contrarrestar la pandemia.
La Fundación Nacional para la Democracia, NED por sus siglas en inglés, y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, continuaron en el bienio citado como ejecutores por excelencia de un plan siniestro.
La finalidad es restarle prestigio a Cuba en el plano internacional y fomentar la irritación y el disenso internos.
El rotativo cubano Granma publicó recientemente un artículo en el que se recogen algunas de las erogaciones utilizadas para alterar el sosiego en la mayor de las Antillas, entre otros destinos.
Según se explica en página web de la NED, el programa LAC de esa entidad respaldó empeños para, según afirma, promover la democracia en naciones que, en la óptica de Washington, tienen regímenes autoritarios: Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Los tres países han sido blanco de sanciones, campañas mediáticas y otros ataques.
A tenor con las precisiones aportadas por la propia NED, durante 2020 se invirtieron más de cinco millones de dólares con el citado designio.
A la cifra deben agregarse los recursos brindados a Organizaciones No Gubernamentales y fundaciones, todas con sus baterías enfocadas contra los tres Estados.
No se trata de una maquinaria nueva, pues desde 1997 la USAID y su denominado Programa Cuba, con la asistencia de la NED, intervinieron en proyectos para promover los llamados líderes opositores a la Revolución y otras manifestaciones alejadas de la línea gubernamental.
Pero sí llama la atención mantener tales herramientas para alterar el clima político y social durante una crisis sanitaria mundial, de la cual No escapó la mayor de las Antillas.
No por casualidad en las últimas semanas el tema Cuba ganó virulencia en redes sociales y en la prensa hegemónica, para dibujar una imagen de una sociedad violatoria de las leyes.
El dinero corre y sustenta una avalancha de conceptos distorsionadores de la realidad cubana, ante los cuales lectores, televidentes y oyentes deben hacer un esfuerzo adicional para No caer abrumados.