Cuba agradeció doblemente el gesto del gobierno ruso. (Foto: ACN)

Por: Roberto Morejón

 Seis meses después de la llegada a La Habana de uno de los cargamentos iniciales de ayuda humanitaria de Rusia a Cuba a causa de la Covid-19 , arribó un nuevo vuelo, esta vez con cerca de 20 toneladas de insumos médicos y fármacos. 

 Desde aquella fecha ha sido frecuente divisar a aviones rusos en la pista habanera con útiles provisiones, en sintonía con las excelentes relaciones entre los países eslavo y antillano.

 Para los cubanos, la asistencia es bienvenida, pues afrontan severas limitaciones materiales, por cuenta de los cuantiosos gastos en el enfrentamiento a la  Covid-19 y el recrudecido asedio de Estados Unidos.

 No pasa inadvertido que la más reciente entrega de ayuda encuentra a Rusia en una situación tensa.

 Occidente, encabezado por Estados Unidos, desató una obsesiva campaña internacional para presentar a la nación euroasiática a las puertas de concretar lo que llama “planes de invasión a Ucrania”.

 Aun en esa atmósfera, agravada por el peligro de la expansión de la OTAN hacia el este, Rusia encontró procedencia para continuar su auxilio a la mayor de las Antillas, a sabiendas de que atraviesa por instantes difíciles.

 Sobre la estrecha amistad, planes de cooperación en sectores de la vida civil y coordinaciones de política exterior en eventos internacionales, hablaron por vía telefónica esta semana los presidentes Miguel Díaz-Canel, de Cuba, y Vladimir Putin, de Rusia.

 A la par, no faltaron los atisbos en la prensa hegemónica para insertar las coordinaciones de proyectos de contribución entre Rusia y Cuba en el tejido de las muy espinosas relaciones globales.

 Pero los líderes de ambos países hablaron sobre el buen estado de los nexos bilaterales, un matiz perceptible desde hace tiempo, de ahí que no tenga que asociarse con la coyuntura en otros escenarios.

  La Habana y Moscú aguardan porque la crisis sanitaria mundial y los desajustes económicos derivados, les permitan retomar importantes emprendimientos económicos, ya suscritos.

 Aun con la pandemia, y ante la minuciosa seguridad diseñada en Cuba para reabrir sus fronteras al turismo internacional, los vacacionistas rusos viajan por miles hacia Varadero y otros destinos de sol y playa, abiertos el año entero gracias al benévolo clima.

 Cubanos y rusos abogan porque la paz global se afiance y puedan aumentar los aportes mutuos. FIN