por Victor Roberto Morejón Duque
Un reciente informe de la CIA estadounidense calza los estudios divulgados por científicos cubanos, acerca de la falta de fundamentos de las teorías sobre alegados ataques sónicos en La Habana a diplomáticos estadounidenses en 2016 y 2017.
La congresista María Elvira Salazar, opuesta a relaciones con Cuba, repite esa hipótesis:
“Eso nos puede pasar a nosotros, por eso denunciamos al régimen castrista y le pedimos a la administración del presidente Biden averiguar lo que pasó”.
La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos concluyó que los funcionarios de ese origen con referencias de malestares No fueron blanco de una operación organizada por agentes extranjeros.
Una televisora de la Florida admitió el crudo impacto del informe de la CIA:
“En un giro inesperado, la Agencia Central de Inteligencia concluyó que la mayoría de los casos, conocidos como el “Síndrome de La Habana”, no son causados por Rusia, Cuba, Irán o China.
“Las conclusiones son gravísimas porque ponen en tela de juicio algunas de las medidas tomadas por el expresidente Donald Trump. Por ejemplo, retirar 60 por ciento del personal diplomático hasta afectar la reunificación familiar”.
Cuba denunció la manipulación política del expuesto incidente, basada en una narrativa construida sin soportes científicos reales, y que en Washington y en la prensa hegemónica llaman el “síndrome de La Habana”.
La televisión cubana informó en octubre del pasado año sobre un nuevo análisis acerca del origen del asunto:
“Un equipo científico norteamericano informó a sus autoridades hace unos años que ninguna fuente de energía puede provocar los sonidos o síntomas reportados por el personal de la embajada de EE.UU. en La Habana.
“Esa es una de las conclusiones reveladas por un informe secreto desclasificado por el Departamento de Estado.
“En sus conclusiones, los expertos indicaron que las grabaciones supuestamente relacionadas con los incidentes carecen de implicaciones médicas a largo plazo.
“El informe señala a los grillos como fuente más probable de los sonidos registrados por el personal de la sede diplomática.
“El equipo asesor también descartó como altamente improbable el uso de rayos de microondas o frecuencias de ultrasonidos, dos de las teorías manejadas con ligereza por voceros y políticos estadounidenses”.
El doctor Michel Valdés Sosa, director del capitalino Centro de Neurociencias de Cuba, junto a otros colegas insistió en la falsedad del relato.
El experto denunció su utilización para el normal desenvolvimiento de relaciones entre la mayor de las Antillas y Estados Unidos.
Para lograr ese objetivo, las explicaciones desde Washington han cambiado con el tiempo, recordó el canal Russia Today:
“La versión oficial estadounidense fue mutando. Lo que empezó como un ataque de ultrasonidos con un arma desconocida pasó a ser otro con un virus también desconocido. Después, contusiones en el cráneo no recordadas por las víctimas y cualquier día será un rito vudú.
“Ni siquiera el FBI se atreve a hablar de ataques y la mayoría de expertos independientes se inclina por un caso de histeria de masas.
“A falta de pruebas para acusar a Cuba de algo que ni siquiera tienen claro de qué se trata, nada mejor que acusar de lo mismo a Rusia para mantener en marcha la maquinaria”.
Estados Unidos No tiene nada en la mano para acusar a terceros.