Por: María Josefina Arce
La violencia policial se ha instalado en Brasil. Cada año mueren miles de personas, en su mayoría negras y pobres, a manos de los agentes del orden, sin que se haga justicia en gran parte de los casos que evidencian también el racismo imperante en la sociedad brasileña y que ha ido ganando terreno con la llegada a la presidencia de Jair Bolsonaro.
En 2019 las fuerzas del orden mataron a más de seis MIL personas, una de las cifras más altas en el mundo. Casi 80% de las víctimas eran negras. Ya en la primera mitad de 2020 estos decesos aumentaron 6%.
En Río de Janeiro, catalogado como uno de los estados más mortíferos del territorio brasileño en cuanto a brutalidad policial, el 75% de todos los fallecidos en 2020 eran de origen afro.
De hecho a mediados del pasado año miles de ciudadanos se lanzaron a las calles en las principales ciudades en protesta por un operativo policial, que dejó 28 muertos, en una favela de Río de Janeiro, donde es habitual la irrupción violenta de los agentes de seguridad en comunidades pobres, con población mayoritariamente negra.
El suceso que conmocionó a la sociedad brasileña tuvo lugar aunque en junio de 2020 el Supremo Tribunal Federal prohibiera la realización de operaciones policiales en barrios de bajos ingresos en Río de Janeiro durante la pandemia de la COVID 19.
En los últimos días nuevamente el órgano judicial se ha pronunciado sobre el brutal comportamiento policial. El Supremo Tribunal Federal dio un plazo de 90 días para que la gobernación de Río de Janeiro adopte medidas contra la violencia de sus agentes de seguridad.
La ONU, junto a diversas organizaciones de la sociedad civil, ya habían alertado sobre esa situación que se ha agravado con el discurso de odio del presidente brasileño, un ex militar que criminaliza a los grupos vulnerables y enarbola el lema "bandido bueno, es bandido muerto".
Los analistas afirman que el mandatario se ha centrado en invisibilizar y exterminar a los grupos vulnerables, como la población negra e Indígena.
Movimientos sociales califican de genocidio contra la población negra la política de Bolsonaro, al que acusan de haberles dado la espalda durante la emergencia sanitaria por la COVID 19.
Datos de julio pasado arrojaron que los muertos por enfermedades respiratorias durante la pandemia aumentaron 71% entre los afro brasileños y 24,5% entre los blancos, mientras que los primeros habían recibido hasta ese momento solo 23% de las vacunas administradas en Brasil.
El aumento de la violencia policial contra pobres y negros es una realidad del Brasil de hoy, cuyo presidente ha indultado a miembros de las fuerzas de seguridad condenados por homicidios en el ejercicio de sus funciones o incluso estando de vacaciones.