Por: Roberto Morejón
Las artimañas de Estados Unidos para impedir el envío de combustible a Cuba desde mercados exteriores persisten, a pesar del cambio de administración en Washington, confirmaron autoridades del país caribeño.
Tal vez algunos observadores llegaron a pensar con ingenuidad que al abandonar Donald Trump la Casa Blanca, perdería soporte una de las más peligrosas y nocivas puntas de lanza del bloqueo estadounidense contra Cuba.
Bajo el mandato del expresidente, en algunos períodos los cubanos sufrieron los molestos cortes de electricidad ante la demora en el despacho de combustible a puertos nacionales.
Un año después de la partida de Trump, el gobierno cubano confirmó la continuidad de la persecución de Estados Unidos a buques, navieras y empresas de seguros, con la finalidad de obstaculizar el acarreo del energético a la mayor de las Antillas.
Así lo corroboró en Twitter el Ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, quien reveló que en 2019 se incluyeron en listas negras 54 embarcaciones y 27 compañías.
Ese precedente debió borrarse al desatarse en 2020 la pandemia por el nuevo coronavirus, una coyuntura más desventajosa para Cuba, blanco del bloqueo. Pero no ocurrió así.
Bajo la administración demócrata ganó en extensión la lista de entidades cubanas restringidas, vedadas a las operaciones realizadas por personas bajo la jurisdicción de Estados Unidos.
Las navieras MCC y Zim, por ejemplo, renunciaron a trabajar con Cuba en 2021 para evitar multas al amparo del bloqueo.
Si bien Cuba cubre una parte de los requerimientos de sus termoeléctricas con crudo nativo, aún debe adquirir decenas de miles de barrilles en el exterior, lo que unido a retrasos en el mantenimiento de esos enclaves contribuyó a hacer más compleja la situación del sistema electroenergético nacional.
Con grandes sacrificios, la economía del país busca poner en marcha de forma eficiente las unidades generadoras de electricidad, mediante un plan que por su costo alto será muy difícil ejecutar con la velocidad a la que se aspira.
Cualquier inconveniente en el arribo de energéticos a puertos adiciona más tensión al sistema electroenergético cubano, lo cual parece es la intención de los nuevos piratas del siglo veintiuno, cuando hostigan a buques, navieras, empresas de seguros y proveedores.