Por: Guillermo Alvarado
La confederación de organizaciones humanitarias OXFAM publicó recientemente un estremecedor informe, donde señala que en medio de la pandemia y la crisis global que afecta a todo el mundo, a cada 30 horas un acaudalado llega a la cifra de mil millones de dólares de fortuna.
Precisa el documento que una buena parte de estos súper ricos pertenece a los sectores de los medicamentos, energía y alimentos, que son precisamente los que más están agobiando a las familias de ingresos medios y bajos, así como a los que carecen de recursos para satisfacer estas necesidades.
OXFAM, que agrupa a 19 grandes organizaciones no gubernamentales que trabajan en 90 países, precisa que la riqueza de esas personas se incrementó en los 24 primeros meses de la pandemia mucho más que en el período comprendido entre 1987 y 2010.
Los haberes de los empresarios de la energía y alimentación crecieron en 453 mil millones de dólares durante los dos últimos años, lo que equivale a mil millones cada dos días. Esa tendencia se mantendrá a lo largo de 2022.
Moderna y Pfizer se embolsan mil dólares en beneficios cada segundo por su monopolio sobre la vacuna contra la COVID-19, a pesar de que para su desarrollo recibieron miles de millones de dólares de inversión pública.
Todo esto no ocurre porque las grandes corporaciones sean hoy más inteligentes o trabajen fuerte, sino porque encontraron la forma de manipular el sistema para su provecho y ahora sacan dinero del sufrimiento de la gente, precisa la investigación.
En la otra cara de la moneda, la del mundo pobre, la situación es un completo desastre porque se perdieron muchos de los avances conseguidos durante años para reducir las desigualdades.
Se espera que este año un total de 273 millones de seres humanos caigan en la extrema pobreza, lo que significa que a cada 33 horas un millón de personas pierde la capacidad para satisfacer sus necesidades básicas.
Los salarios se mantienen iguales o disminuyen, las ofertas de trabajo son escasas y los precios de los alimentos crecen de manera desmesurada en todo el mundo, lo que equivale a un alza del hambre, no por falta de comida, sino por la manipulación y avaricia de las grandes corporaciones.
“En África Oriental, el hambre podría estar cobrándose una vida cada minuto. Estas obscenas desigualdades están quebrando los vínculos que unen a la humanidad. Son divisivas, corrosivas y peligrosas. Son desigualdades que literalmente matan”, dijo Gabriela Bucher, directora de OXFAM.
De seguir así, nos acercamos peligrosamente a un punto de quiebre, que podría hacer volar por los aires eso que llamamos civilización.