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Por: Guillermo Alvarado
Las potencias occidentales están demostrando de manera reiterada su voluntad de mantener y profundizar el conflicto armado en el este de Europa, a donde envían cuantiosos recursos financieros y militares con el objetivo de desgastar y disminuir a Rusia y eliminar su papel en el orden internacional.
Para la Unión Europea y Washington está claro que nunca se trató de defender al pueblo de Ucrania, donde la democracia que ellos tanto dicen defender voló en pedazos en 2014 desde la Plaza Maidán, epicentro de un golpe de Estado que fue organizado desde afuera para tener gobiernos dóciles.
Cuando comenzaron los violentos bombardeos contra las autoproclamadas repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk, todos guardaron prudente silencio, a pesar de que en los siguientes 5 años murieron por lo menos 14 mil personas, víctimas de la brutalidad del ejército ucraniano.
La gran prensa más bien aplaudió lo que se dio en llamar “revolución ucraniana”, en realidad un complot occidental, e ignoraron todas las evidencias de que fuerzas neonazis, como el “batallón Azov” se comenzaron a instalar en el poder.
Todas las denuncias rusas fueron ignoradas, así como sus reclamos de seguridad ante la expansión de la OTAN hacia sus fronteras.
El objetivo siempre fue provocar la guerra y eso quedó muy claro durante la reciente visita de los jefes de gobierno de Francia, Emmanuel Macron; Alemania, Olaf Scholts; e Italia, Mario Draghi, quienes llegaron a Kiev para consolar a Volodimyr Zelensky y prometerle más apoyo.
Los tres fueron enfáticos en la incorporación de Ucrania a la OTAN, piedra angular del conflicto, así como de enviar todo el material bélico necesario para que la confrontación continúe y se incremente, independientemente del número de víctimas que está provocando.
No es casualidad que casi al mismo tiempo el jefe de la Casa Blanca, Joseph Biden, anunció la autorización de una nueva partida de mil millones de dólares en equipos militares, incluyendo sofisticados sistemas de misiles y obuses para una guerra que nunca fue sólo entre dos países.
Según medios de prensa, Estados Unidos también planea enviar cohetes guiados de precisión para los cuatro sistemas Himars prometidos a Ucrania a comienzos de junio, que deberían llegar al campo de batalla a finales de mes.
Mientras, la prensa occidental está saturada de noticias sobre presuntas atrocidades cometidas por el ejército ruso, de las que no presentan más pruebas que declaraciones de dudosa veracidad de funcionarios ucranianos.
La tercera guerra mundial está doblando la esquina, pero buena parte del mundo está entretenida aplaudiendo lo que puede ser su final.