Por María Josefina Arce
Aunque se han orquestado todo tipo de campañas contra la ayuda médica de Cuba buscando presentarla como trata de personas y esclavitud, la realidad no se ha podido ocultar, y es que los profesionales cubanos de la salud han marcado la diferencia en diversas latitudes del mundo.
Los médicos de la Mayor de las Antillas han marchado hasta cualquier recóndito lugar de la geografía mundial. Han puesto sus conocimientos a disposición de muchos, no solo ante desastres naturales, sino también para hacer accesible un derecho humano fundamental, la salud.
Así lo ha destacado el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien en las últimas horas volvió a ratificar la contratación de profesionales del archipiélago, ante el déficit de 14 milIL 500 médicos en ese país.
Volvió a referirse el jefe de estado mexicano a la oposición de algunos a esa medida que beneficiará a todos los ciudadanos, en especial los más humildes. Una investigación de las autoridades arrojó que hay zonas completas del país sin ningún médico, ni siquiera pediatras y cardiólogos.
Pero, como ha aclarado López Obrador, este no es el sentir de la mayoría de los mexicanos, que conocen del reconocimiento de otras naciones a los médicos cubanos por su profesionalidad, abnegación y humanismo.
Lo cierto es que el sacrificio y la incansable labor de los cubanos ha echado por tierra todas las mentiras. Durante la emergencia sanitaria mundial por la COVID 19, ya estuvieron en tierra mexicana para, donde fuera necesario, ayudar en la lucha contra el virus.
México se sumó así a otros estados que recibieron el apoyo de Cuba, que fue nuevamente un ejemplo de solidaridad y mostró al mundo cuánto se puede hacer, si se unen esfuerzos y voluntades.
Los profesionales cubanos se ganaron la admiración y respeto de gobiernos y pueblos. Lucharon codo a codo con sus colegas de esos territorios para enfrentar la enfermedad causada por el nuevo coronavirus y salvar vidas.
En todas las naciones que estuvieron presentes, la población lamentó su partida una vez concluida su misión. Los miembros de esas brigadas atesoran hoy la gratitud y el cariño de incontables personas en el mundo.
Y así ha sido siempre, desde aquellos primeros profesionales que en 1960 fueron a socorrer al pueblo chileno, tras un terremoto de gigantesca intensidad. Tres años después llegaba hasta Argelia la colaboración médica cubana, que en casi 60 años ha dejado imborrables huellas en todo el planeta.
Numerosas son las anécdotas. Muchos han tenido el privilegio de ser los primeros médicos en comunidades indígenas, han compartido alimentos y medicinas con sus pacientes y forjado verdaderos lazos de amistad. Han llevado vida y esperanza a cada rincón del mundo donde han estado, una realidad que ninguna cobarde campaña puede ocultar.