Donald Trump en su regreso a Washington DC. (Reuters/Silbiger)
Por: Guillermo Alvarado
Esta semana el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió por primera vez a Washington desde que dejó la Casa Blanca, para participar en un evento organizado por sus seguidores, donde reiteró su intención de postularse de nuevo en los comicios de 2024 y regresar al poder.
De hecho, el controvertido magnate inmobiliario no abandonó nunca esa idea que se refuerza con la proximidad de las llamadas elecciones de medio término, programadas para noviembre de este año, que podrían dar un vuelco radical a la composición del Organismo Legislativo de esa potencia.
Ahora el partido Demócrata tiene una escasa mayoría de 12 escaños en la Cámara de Representantes, compuesta por 435 miembros, y en la de senadores hay un empate de 50 bancas por bando, que se rompe debido al doble voto de la vicepresidenta, Kamala Harris, que por ley preside ese recinto.
El martes 8 de noviembre estará en juego la totalidad de los asientos para los representantes, así como 35 de los cien senadores, además de gobernadores en 36 de los 50 estados en que se divide ese país.
Si, como todo parece indicar, los republicanos se imponen en las urnas, se harían con el control del Congreso lo que dificultaría en extremo la gestión, ya opaca de por sí, de Joseph Biden durante el resto de su mandato.
Uno de los primeros efectos, ya anunciados, es que el partido Republicano mandaría al archivo la investigación que se lleva adelante sobre la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021, movimiento con el que Trump esperaba impedir la certificación de su derrota y el fin de su gobierno.
Ese es el verdadero objetivo de su reaparición en Washington, donde criticó con dureza el trabajo de Biden y lo responsabilizó de los problemas que atraviesa la nación, sin mencionar que muchos tienen sus raíces precisamente durante su mandato.
En sus intervenciones en ese evento, reiteró algunos de los elementos más oscuros de sus intenciones futuras, como continuar la construcción del muro en la frontera con México, así como la expulsión de los sin techo a las afueras de las grandes ciudades.
A pesar de que su popularidad se ha erosionado un poco entre la población, así como entre los dirigentes del partido Republicano, Trump todavía cuenta con un núcleo duro que cree pies juntillas que le robaron las elecciones de 2020 y están dispuestos a votar de nuevo por él.
Todos estos acontecimientos muestran la orfandad de un liderazgo político serio, maduro y consecuente en la primera potencia económica y militar del mundo y me recuerda el viejo dicho de que, si un payaso entra al palacio, no se convierte en rey, pero el palacio se convierte en circo.