Por: Roberto Morejón
Resultó corto el tiempo para enaltecer la labor de los trabajadores de
Los abnegados y profesionales operarios de la industria eléctrica no podían quedarse en la capital al concluir su aporte, pues marcharon hacia la occidental provincia de Pinar del Río, la más castigada por el paso del meteoro el 27 de septiembre.
Un enjambre de ingenieros, técnicos, obreros y personal auxiliar acomete en Pinar del Río una tarea que tardará, infortunadamente, algunos días.
Así será por la magnitud de los perjuicios provocados por vientos de un huracán fuerza tres, según la escala Saffir-Simpson, de un máximo de cinco.
Es un deber de los cubanos apoyar el cometido de los miembros de
Ayudar a recoger ramas caídas, brindarles agua fresca a los linieros y estimularlos en su riesgoso bregar, creará un marco más propicio en la actual ofensiva para levantar el sistema eléctrico en Pinar del Río, gran parte en el piso.
No se trata de la única arista de la redención comenzada con pocos recursos por autoridades y pueblo, dadas las acentuadas limitaciones materiales de Cuba por el recrudecimiento del bloqueo y los gastos derivados de la lucha contra la Covid-19.
Especialistas buscan soluciones al abasto de agua, cubrir techos de viviendas y atender los requerimientos de 228 familias que perdieron todo.
El huracán Ian dejó un caos y se requieren organización y orden para que fluyan los recursos y abran paso las fuerzas destinadas a mitigar la devastación.
En las redes sociales llaman a la calma a damnificados, muchos de ellos molestos razonablemente por días de carencia de servicios básicos, luego del impacto del huracán.
Pero como señalan en las redes, expresar lógica impaciencia y preocupación por los bienes perdidos y servicios deficitarios, NO debe conducir a la transgresión del orden público y normas de convivencia.
Los que apenas duermen, como los operarios de la industria eléctrica, esperan colaboración de las comunidades en un ambiente de sosiego y solidaridad, pues todos los cubanos pueden ayudar, aunque sea con sus buenos pensamientos.
Así se espera en un país donde se ha decidido destinar los exiguos recursos a que nadie quede desamparado.