Un enfoque que airea la perspectiva de paz

Editado por Maite González
2022-10-20 06:33:50

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Por: Roberto Morejón

Al revertir la decisión adoptada por el gobierno anterior al reconocer a Jerusalén Oriental como la capital de Israel, las actuales autoridades de Australia conmovieron el agitado y espinoso escenario político hacia la paz en Oriente Medio.

El gobierno laborista liderado por Anthony Albanese dio marcha atrás a la determinación de su antecesor, Scott Morrison, paso dado poco después de que el expresidente estadounidense Donald Trump rompiera el consenso internacional.

 Así lo hizo el republicano al admitir a la Ciudad Santa como capital de Israel y trasladar hacia allí a su embajada, hasta ese momento en Tel Aviv.

Molestias y repulsa generó el polémico movimiento de Trump e igual reacción provocó después la adhesión de Morrison.

Por eso ahora enfureció al régimen israelí la determinación del actual gobierno australiano, el cual dijo reafirmar un criterio de que la situación de Jerusalén es una cuestión de estatus final, o sea, debe resolverse como parte de negociaciones de paz.

Realmente, hasta el inusitado aldabonazo de Trump, la comunidad internacional se resistió a hacer proclamaciones en relación con Jerusalén antes de resolverse el conflicto palestino-israelí, hoy empantanado.

Tan controvertida fue la apuesta del ex primer mandatario estadounidense que solo tres Estados establecieron posteriormente sus embajadas en Jerusalén. Son ellos, Guatemala, Honduras y Kosovo, este último territorio con reconocimiento limitado.

Envalentonado por el espaldarazo de Trump, el régimen israelí contaba con más adhesiones a Washington y abrirse paso diplomáticamente en el Levante.

El movimiento diplomático reciente de Australia pone en aprietos los planes de Tel Aviv y enfatiza en la línea más coherente, priorizar negociaciones de paz en la búsqueda de avances hacia una solución justa de dos Estados.

Para la ONU el estatus de Jerusalén debe ser motivo de acuerdo entre palestinos e israelíes y mientras tanto los países no deben establecer allí sedes diplomáticas.

Como se sabe, la ciudad acoge lugares profundamente sagrados para judíos, musulmanes y cristianos.

Israel ocupó Jerusalén oriental en 1967 en la Guerra de los Seis Días y luego la anexó, para declararla “eterna e indivisible capital”. 

Posición que junto a la extendida construcción de asentamientos en Cisjordania hace más ardua una salida sosegada al conflicto regional, a lo que sí contribuye el paso de Camberra.

 



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