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Por María Josefina Arce
Brasil vuelve a revivir la matanza carcelaria de Carandiru. A pocos días de concluir su mandato como presidente de Brasil y aprovechando las fiestas navideñas, Jair Bolsonaro indultó a a militares y policías, incluidos quienes participaron en los condenables sucesos en el antiguo centro penitenciario de la ciudad de Sao Paulo, donde más de ocho MIL presos estaban hacinados en condiciones inhumanas e insalubres.
Ciento 11 reclusos fueron masacrados, 85 de ellos ejecutados dentro de sus celdas, sin ofrecer resistencia, por los agentes policiales, que a pesar de las evidencias sobre el excesivo e injustificable empleo de la fuerza no han cumplido condena.
El proceso judicial se prolongó durante décadas y hubo que esperar hasta hace 10 años para que la justicia condenara a aquellos agentes, que nunca entraron a la cárcel.
Para la sociedad brasileña Carandiru es símbolo de la violencia ejercida por los cuerpos del orden, pero también de impunidad, una impunidad que vino a defender el saliente mandatario con el indulto otorgado.
De inmediato se han alzado voces de protesta que califican el hecho de una afrenta a la dignidad humana y a los principios del derecho internacional. El procurador general de Justicia de Sao Paulo, Mario Ruiz Sarrubbo, extendió un oficio a los órganos judiciales de Brasil para declarar inconstitucional el indulto.
En sus cuatro años de mandato Bolsonaro ha beneficiado a policías y militares con el tradicional indulto navideño, una prerrogativa, prevista en la Constitución brasileña, exclusiva del presidente.
Aunque no ha estado exenta de altos y bajos, es estrecha la relación del capitán retirado con el ejército y la policía. Durante todo su mandato se ha apoyado en los cuerpos del orden e incluso llevó a varios de sus miembros a puestos claves en su gobierno.
Bolsonaro es un nostálgico de la dictadura militar en Brasil, a pesar de los crímenes cometidos en esos años. De acuerdo con organismos de derechos humanos, están documentadas más de 20 MIL casos de tortura, al tiempo que 8 MIL indígenas y por lo menos 435 opositores fueron asesinados.
De hecho a solo tres meses de haber llegado al Palacio del Planalto en 2019, alentó a las Fuerzas Armadas a conmemorar el aniversario 55 del golpe de estado que instauró en 1964 la dictadura militar hasta 1985.
El saliente presidente también ha defendido el uso excesivo de la fuerza contra el crimen y ha defendido que no respondan ante la justicia los agentes que en el ejercicio de sus funciones maten a quien consideren un delincuente.
Esta política de Bolsonaro ha llevado a un aumento de la brutalidad policial y a la muerte de civiles inocentes durante los operativos. Recordemos la matanza en 2021 en la favela de Jacarezinho, en Río de Janeiro, en la que perdieron la vida 28 personas.
El ultraderechista Bolsonaro concluye su mandato, marcado por polémicas declaraciones racistas, homófonas, machistas y negacionistas sobre la COVID 19, pero sobre todo por su evidente admiración por la dictadura militar y sus acciones a favor de los uniformados.