Cubahora
Por María Josefina Arce.
Las acciones constructivas y sociales para mejorar la calidad de vida en los barrios se mantuvieron en el 2022. La difícil situación económica generada por los más de dos años de pandemia de la COVID 19 y el reforzamiento del bloqueo norteamericano no impideron que Cuba continuara con su programa de transformación de las comunidades.
Es cierto que los recursos han sido limitados, se han tenido que destinar a los problemas más acuciantes y aún faltan muchos por una solución, pero en la medida de las posibilidades se han seguido impulsando los cambios positivos en diversas localidades.
Lo ha reiterado en diversas ocasiones el presidente cubano, Miguel Díaz Canel, estas acciones tienen un carácter integral y permanente, y parten del diálogo con los pobladores, a quienes se busca involucrar activamente.
Y como ha señalado con lo que contamos y las potencialidades existentes en cada comunidad, aún sin explotar lo suficiente, se pueden ir resolviendo los problemas acumulados.
Es una realidad que quienes mejor conocen las necesidades existentes son los residentes en esas áreas, donde además, viven personas con distintas profesiones y oficios que mucho pueden aportar en este esfuerzo, que debe ser de todos.
Se cuenta igualmente con el acompañamiento de organismos e instituciones que radican en esas zonas, además del concurso de actores económicos no estatales.
Las acciones en las barriadas vulnerables buscan mejorar la infraestructura, los servicios, y elevar la calidad de vida de sus habitantes, sin olvidar su crecimiento cultural y espiritual.
Es así que se han restaurado escuelas, consultorios médicos, centros comerciales y parques infantiles, al tiempo que se ha trabajado en el mantenimiento de edificios y en labores de saneamiento.
Y si esencial ha sido la participación de la población, también lo ha sido el apoyo de las universidades y de los estudiantes en el diagnóstico de problemas y vulnerabilidades.
Pero es este un programa con una mirada profunda que atiende a madres solteras con varios hijos y a otras personas vulnerables, y ha posibilitado la incorporación de jóvenes al estudio y el trabajo.
En La Habana se inició este movimiento que se ha ido extendiendo al resto del país. En la capital cubana más de 100 barrios se han ido transformando, mientras que se rehabilitan casi 40 sitios históricos.
Una experiencia que se desarrolla en el resto del país, de acuerdo a las particularidades de cada territorio y a los problemas materiales y sociales que los afectan.
El presidente cubano ha subrayado que es este un programa que llegó para quedarse, pues es una muestra del compromiso de la revolución de seguir avanzando en el bienestar de la población, aún en las más complejas condiciones económicas.