Por María Josefina Arce.
Panamá ha sido escenario esta semana de debates sobre las estimaciones y proyecciones del VIH/SIDA en América Latina y el Caribe. Descubierto a principios de la década del 80 del siglo pasado, el Virus de Inmunodeficiencia Humana que provoca el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida ha constituido todo un reto para la salud pública.
En la región, de acuerdo con los organismos sanitarios internacionales, en los últimos diez años se ha registrado un aumento del número de personas infectadas, al tiempo que se mantiene como en muchas partes del planeta la discriminación y un desigual acceso a los tratamientos.
La aparición de la COVID 19 vino a retrasar la lucha contra el SIDA a nivel mundial, pues en muchos casos los pacientes no contaron con pruebas de diagnóstico, ni de seguimiento y hubo una pausa en el tratamiento.
Cuba, asistente al encuentro, ha logrado disminuir la mortalidad relacionada con el SIDA, gracias a la implementación de un Programa de prevención, diagnóstico y tratamiento antirretroviral, que se desarrolla desde el nivel primario de salud, con la decisiva participación del médico y enfermera de la comunidad.
Aunque la COVID 19 también significó un esfuerzo extraordinario para el país, objeto además, de un recrudecido bloqueo norteamericano, se continúo dando seguimiento a las personas contagiadas con el SIDA y se les garantizó el necesario tratamiento.
Ante cualquier dificultad se aseguró otro medicamento, siempre fiable y ajustado a las novedades del sector farmacéutico a nivel mundial.
De acuerdo con las autoridades sanitarias, anualmente se llevan a cabo en el país alrededor de dos millones de pruebas serológicas, de ellas más de 300 MIL a mujeres embarazadas.
Apoyado por el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo, se ha implementado un proyecto en 30 municipios del territorio nacional, que incluye servicios especializados en policlínicos y con laboratorios para el diagnóstico de VIH.
En la prevención destacan los más de 18 MIL voluntarios que en todo el país desarrollan acciones educativas en centros escolares, recreativos, casas de orientación a la mujer y la familia, y en las comunidades en general.
El trabajo sostenido desarrollado en todos los niveles del sistema de salud posibilitó que en 2015 la Organización Mundial de la Salud otorgó a la Mayor de las Antillas la condición de primer país del mundo en eliminar la transmisión madre a hijo del Virus de la Inmunodeficiencia Humana y la sífilis. Esta condición fue revalidada en 2017 y 2019.
Cuba continúa fortaleciendo las acciones de prevención y la atención a quienes se han contagiado con el SIDA, pues ves una prioridad garantizar la salud de todos sus ciudadanos.