Bolsonaro creció número de registros de armas
por María Josefina Arce
Cuando el 31 de diciembre de 2022 concluyeron sus cuatro años de mandato, Jair Bolsonaro dejaba un Brasil con un mayor número de pobres y hambrientos, pero también con una gran cantidad de armas de fuego en manos privadas, con la consiguiente amenaza para la vida.
Un día después en su discurso de toma de posesión, el nuevo presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, afirmaba que el país no queria, ni necesitaba de armas. Brasil, subrayaba, necesitaba seguridad, libros y educación.
Y es que con el manido argumento de la defensa propia, Bolsonaro incentivó la venta de estos artefactos, cuya importación se disparó desde que en 2019 llegara el capitán retirado al Palacio del Planalto.
La cifra de brasileños registrados como cazadores, tiradores y coleccionistas de armas de fuego se triplicó en el gobierno de Bolsonaro con respecto al total de los 15 años anteriores.
Es así que solo en los cuatro años de gestión de Bolsonaro el número de registros saltó a casi 550 mil, de los 171 mil 431 de 2003 a 2018.
En la Amazonía la presencia de esos artilugios creció en 219% en los últimos tres años, de acuerdo con el Instituto Igarape, una organización sin ánimo de lucro que actúa en las áreas de seguridad pública, clima y digitalización.
Cómo han señalado los expertos más armas en circulación no implican mayor seguridad, por el contrario llevan a un incremento de la violencia y pueden acabar en manos equivocadas como la de los narcotraficantes.
Ahí están las altas tasas de homicidios. Hace solo unos días por ejemplo, en el estado de Mato Grosso, dos hombres asesinaron a siete personas, entre ellas una niña de 12 años, por el simple hecho de haber perdido en el billar.
Ante ese panorama, el nuevo gobierno del gigante suramericano ha tomado una serie de disposiciones. Un plazo de 60 días tienen los civiles para registrar las armas de fuego en su poder, una decisión que busca fortalecer los controles sobre su circulación.
Quienes no registren sus artefactos en el plazo previsto tendrán que responder por delitos de porte ilegal de armas de fuego, las cuales podrán ser incautadas.
Asimismo, suspendió temporalmente el registro de nuevos clubes y escuelas de tiro, que también proliferaron los últimos cuatro años.
A horas de asumir su tercer mandato, Lula Da Silva comenzó a cumplir una de sus principales promesas electorales, poner un límite a la presencia de armas de fuego en la sociedad, que solo llevan a un aumento de la violencia como ya fue testigo Brasil durante el polémico gobierno de Bolsonaro.