Por: Roberto Morejón
Con enormes reservas de litio, Bolivia estudia formas apropiadas para su industrialización, pero la acechan intereses externos, atraídos por el metal alcalino dúctil y ligero, utilizado en la fabricación de baterías, celulares, cerámica, vidrio y lubricantes.
Con el control estatal del litio, el gobierno encabezado por el presidente Luis Arce ha alertado sobre amenazas foráneas a la referida riqueza natural.
El presidente de
Al intervenir en una reunión del Movimiento de Países No Alineados en Bahrien, Mercado aludió al papel de potencias mundiales contra el denominado triángulo del litio, es decir, Argentina, Chile y Bolivia, y el agua de ese último país.
Los bolivianos y en general muchos latinoamericanos reaccionaron con acritud cuando tiempo atrás la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, lamentó lo que en su criterio constituye “la expansión” de China en América Latina y el Caribe.
De acuerdo con la alta oficial, China “manipula” a los gobiernos mediante lo que denominó “prácticas de inversión depredadoras”.
En realidad, la general de cuatro estrellas exteriorizaba malestar porque Bolivia estudia con inversionistas extranjeros, incluyendo a China, la industrialización de parte de sus vastas reservas de litio.
Las expresiones de la generala fueron calificadas acertadamente en Bolivia y en otras latitudes como nada casuales y mucho menos alejadas de contexto, dada la ambición de la potencia del Norte de ejercer controles sobre recursos naturales de lo que considera porfiadamente como su “patio trasero”.
Bolivia ha reafirmado su decisión de NO consultar a ningún país del norte ni a instituciones financieras del gran capital para desarrollar sus recursos naturales.
En ejercicio de su soberanía, el país sudamericano eligió trabajar el litio con la nación y las empresas en posesión de las mejores condiciones para procesar el también llamado “oro blanco”.
No se trata de un plan improvisado. Bolivia proyecta tener 42 industrias de litio, metal que ahora es una de las mercancías más preciadas en el mundo ante la necesidad de un cambio tecnológico a causa de las crisis climática y energética.
Bolivia tiene todo el derecho a buscarse los asociados más pertinentes, sin presiones foráneas.