Por: Roberto Morejón
El anunciado regreso a UNASUR, Unión de Naciones Suramericanas, de Argentina y Brasil apunta hacia la reactivación de ese bloque, de perfil integrador.
Nacido en 2008 bajo el sello de gobiernos como el de Brasil, en el segundo mandato del presidente Luiz Inacio Lula Da silva, y de Venezuela, con Hugo Chávez al frente, UNASUR fue desarticulado años después por políticos derechistas que asumieron como Jefes de Estado.
Fueron los casos, entre otros, del colombiano Iván Duque, el argentino Mauricio Macri y el brasileño Jair Bolsonaro, con desapego hacia la integración en el subcontinente, como preconiza Estados Unidos.
Ecuador le siguió en los ataques a UNASUR cuando en 2019 el entonces primer mandatario Lenin Moreno ordenó retirar la estatua del argentino Néstor Kirchner de la sede de la organización en Quito, paso previo al cierre de las instalaciones.
Tras ese golpe demoledor, han pasado los años y ahora dos pesos pesados de la economía y la política en América Latina y el Caribe, Argentina y Brasil, llevan a la actualidad lo que sus gobiernos consideran una necesidad, la de reingresar a la Unión.
El presidente argentino, Alberto Fernández, recordó el imperativo de la unidad al evocar, según sus palabras, que “todos estamos en un mismo bote” y abogar por revitalizar a la UNASUR.
Fernández consideró que el bloque regional debe ser un mecanismo de autodefensa mientras que un comunicado oficial de Brasil subrayaba su intención, con Lula en la presidencia, de retomar las principales alianzas internacionales, abandonadas por Bolsonaro.
Es de esperar que los pasos de Argentina y Brasil contribuyan a convencer a otros líderes a volver hacia UNASUR, un ámbito donde, como en la CELAC, se respete la diversidad política en aras de propósitos colectivos.
La UNASUR, que llegó a tener 12 miembros, debería exhibir un matiz notoriamente económico, quizás para constituir dos uniones aduaneras, y alcanzar otras áreas de interés, como la social, cultural, científico-tecnológica y política, según desea Brasil.
Queda casi en el olvido el llamado Foro para el Progreso de América del Sur o Prosur, de orientación conservadora, encaminado contra Venezuela, por iniciativa del colombiano Iván Duque y el chileno Sebastián Piñera.
Otorgarle a América Latina y el Caribe el lugar que le corresponde y NO al Norte industrializado parece un concepto en vías de renovación.