La COVID 19 ha dejado muchas lecciones en el mundo.
Imagen ilustrativa tomada de Archivo/RHC
Por María Josefina Arce (RHC)
El mundo ya no está en emergencia sanitaria por la COVID 19. La OMS, Organización Mundial de la Salud, decidió levantar la medida pues aunque todavía está presente la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, desde hace un año hay una tendencia al descenso en el número de contagiados y fallecidos.
Durante tres años el virus afectó a 765 millones de personas en todo el planeta, mientras que la cifra de muertos oficialmente se sitúa en siete millones, pero de acuerdo con la OMS podría ser en realidad de al menos 20 millones.
La organización mundial afirmó que continúa observando la conducta y el desarrollo de la COVID 19, al tiempo que llamó a no bajar la vigilancia.
La enfermedad paralizó al mundo, afectando la producción, el comercio y el turismo, fuente de importantes ingresos para muchas naciones. La compleja situación económica generada por su fuerte incidencia llevó a un aumento de la pobreza, el hambre, la precariedad del mercado laboral y al aumento de las desigualdades.
La pandemia dejó al descubierto las fisuras en los sistemas sanitarios, que en muchos países colapsaron ante la avalancha de casos y la falta de insumos como oxígeno para la atención a los enfermos.
Pero, además, mostró un mundo egoísta, donde los más ricos acapararon medicamentos y las vacunas, en detrimento de las naciones más pobres, un hecho que no es exclusivo de las inmunizaciones contra la COVID 19.
Los Estados menos desarrollados luchan constantemente por acceder a los inmunógenos contra determinadas enfermedades que son prevenibles a través de la vacunación.
En este reparto desigual fue nuevamente África la gran olvidada. En 2021, apenas el 10% de la población del llamado continente negro había sido inmunizada.
El mecanismo COVAX, creado por la OMS, para un reparto equitativo, no cumplió las expectativas. Su accionar se vio limitado por los países más desarrollados que compraron a las farmacéuticas dosis suficientes para inmunizar a su población varias veces.
La pandemia mostró una vez más la necesidad de actuar juntos, de unir esfuerzos de manera solidaria para hacer frente a retos comunes que ponen en riesgo a la humanidad.
Ante ese panorama, la OMS pidió cambios muy necesarios en el mercado mundial de vacunas para salvar vidas, prevenir enfermedades y prepararse para futuras crisis.
En medio de esa situación destaca la solidaridad y cooperación desarrollada por bloques regionales como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de los Pueblos y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que unieron fuerzas y se apoyaron mutuamente con insumos, personal sanitario y vacunas.
La COVID 19 ha dejado muchas lecciones. La crisis provocada, subrayan organizaciones de derechos humanos, debería haber sido una alerta para encarar la pobreza, la inequidad en el acceso a servicios básicos como la salud y el agua potable, sin embargo ahondó las brechas en un mundo cada vez más injusto y egoísta.