Según denuncias, Marielle Franco fue asesinada por su militancia a favor de los derechos humanos.

Por Roberto Morejón

En la medida en que avanzan lentamente las investigaciones sobre el asesinato de la ex concejala y activista por los derechos sociales Marielle Franco en 2018, se afianzan en Brasil las hipótesis sobre el papel de los paramilitares en el repudiable hecho y otras fechorías.
 
Franco fue una dura crítica de los homicidios policiales en las favelas de su comunidad y antes de ocupar su cargo participó en una investigación sobre los irregulares, la única de alto perfil que arrojó detenciones.
 
Nuevas revelaciones de algunos de los detenidos por el crimen de Franco reafirman que el expolicía Elcio Queiroz manejaba el auto desde el que acribillaron a la valerosa luchadora social y su chofer, Anderson Gomez el 14 de marzo de 2018.
 
Otro de los sospechosos, el exagente Ronnie Lesa habría sido el autor material del crimen, pero la familia de la occisa y medios gubernamentales, ahora bajo la presidencia de Luis Inacio Lula da Silva, buscan saber quién dio la orden de aniquilar a la concejala.
 
Lo cierto es que el gobierno progresista de Lula heredó una situación explosiva en zonas de los suburbios de la populosa Río de Janeiro.
 
Datos de 2020 revelaron que las bandas paramilitares, o milicias, como se conocen en Brasil, controlaban 22 por ciento de los barrios de la ciudad turística y la periferia.
 
En la prensa local afloran señalamientos sobre las relaciones de los delincuentes con la familia del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro.
 
A los expolicías se unen militares y bomberos según una investigación llevada a cabo por dos universidades locales.
 
Algunos se preguntan cómo logran recuperarse los forajidos luego de golpes de la policía, pero la respuesta está en su contubernio con las mafias, con el control de la lotería clandestina, y la extorsión a civiles y comerciantes.
 
Durante el mandato del ultraconservador Bolsonaro, las citadas bandas se sintieron envalentonadas y enfrentaron al narcotráfico.
 
Los gobiernos en Brasil, y ahora el de Lula, han expresado su preocupación por la violencia en las favelas y en otras zonas de Río, cuyos vecinos constatan y agradecen una mayor presencia de policías.
 
Como Bolsonaro perdió las últimas elecciones, están creadas en Brasil circunstancias más favorables para enfrentar la violencia en las favelas.
 
Pero sería un error pensar que el ultraderechista ex primer mandatario y sectores evangélicos seguidores abandonarán a amigos y testaferros.

Con la moral que la acompañó en vida en su lucha por mejorar la situación de los vulnerables, marielle franco sigue exigiendo justicia.