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Por María Josefina Arce
En un contexto sumamente complejo, dos naciones de América Latina acudieron a las urnas este domingo. Ecuador en comicios generales anticipados y Guatemala en balotaje presidencial, que tuvo una primera vuelta en junio pasado y en la que la gran sorpresa fue Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla, quien logró colarse en la cita de este 20 de agosto.
De acuerdo con resultados preliminares, Ecuador irá a una segunda ronda electoral el venidero 15 de octubre, en la que se medirán Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana, y el empresario Daniel Noboa, de Acción Democrática Nacional, a quien las encuestas no le daban opciones de seguir en la carrera presidencial después de este domingo.
Los ecuatorianos ejercieron su derecho al voto en medio de un estado de excepción, dada la alta violencia imperante en el país y que el pasado día 9 se cobró la vida del candidato presidencial Fernando Villavicencio, quien había denunciado públicamente amenazas en su contra del crimen organizado.
A pesar de la incertidumbre y la tensión por posibles hechos violentos, la participación ciudadana fue histórica. Más de ochenta y dos por ciento del electorado acudió a los colegios.
Con el despliegue de unos 100 mil policías y militares transcurrió esta jornada, a la que se presentaron ocho aspirantes a la jefatura de estado y en la que también fueron designados los 137 miembros de la Asamblea Nacional que completarán el actual periodo de cuatro años previstos hasta mayo de 2025.
La nación andina llegó a estos comicios luego de que en mayo pasado el presidente Guillermo Lasso decretara la llamada muerte cruzada, para evitar un juicio político por corrupción en la Asamblea Nacional, que apuntaba a su destitución. De ese modo quedó disuelto el órgano legislativo y se convocaron a elecciones anticipadas.
En la jornada de este domingo igualmente se celebraron dos consultas populares, una local, solo para Quito, sobre la actividad minera en la reserva natural del Chocó Andino, y otra nacional sobre extracción petrolera en el Parque Yasuní, promovida por pueblos indígenas y grupos ambientalistas.
En Guatemala la incertidumbre también ha sido una constante del panorama electoral, dados los intentos de inhabilitar al progresista Movimiento Semilla y a su candidato Bernardo Arévalo, una amenaza para la élite gobernante. Pero si fue la sorpresa de la primera vuelta electoral, ahora el sociólogo de profesión fue elegido como el nuevo presidente de la nación centroamericana.
Arévalo obtuvo una victoria irrefutable, al contabilizar cerca de 60% de los sufragios, mientras que su rival Sandra Torres, de la derechista Unidad Nacional de la Esperanza y vista como una continuidad del gobierno actual, obtuvo poco más del 35%.
El académico, diputado al Congreso e hijo del ex presidente Juan José Arévalo, propuso, durante su campaña, como eje de un futuro gobierno la lucha contra la corrupción y la impunidad que aquejan al país.
Su victoria genera en la población una esperanza de cambio para una nación sumida desde hace años en la pobreza, la corrupción y la violencia.
Sin embargo, el camimo no será nada fácil para Arévalo, cuya elección como jefe de estado no es vista con buenos ojos por la élite política y empresarial que dirige Guatemala.