Bernardo Arévalo y Karim Herrera.
Por María Josefina Arce
Incierto es el panorama en Guatemala diez días después del balotaje presidencial. La derecha amenaza por todos los medios al nuevo gobierno que debe asumir en enero próximo, encabezado por Bernardo Arévalo, quien se impuso ampliamente en las urnas el pasado 20 de agosto.
Solo hace pocas horas fue que el Tribunal Supremo Electoral certificó la incuestionable victoria de Arévalo sobre su rival de la derechista Unidad Nacional de la Esperanza, Sandra Torres, a quien sacó una ventaja de 21 puntos porcentuales.
La ex primera dama aún no ha reconocido la aplastante victoria de su contrincante y ha hecho referencia a un supuesto fraude en la jornada electoral. Tres derrotas consecutivas en comicios generales acumula Torres.
Pero a esto se suma que junto a la certificación del triunfo de Arévalo, las autoridades electorales suspendieron de forma provisional al Movimiento Semilla, partido del electo presidente.
Arévalo anunció acciones legales para revertir la medida contra su partido político, la cual calificó de ilegal.
Los analistas estiman que con esta nueva acción se busca evitar que los diputados de Semilla tomen posesión en la próxima legislatura. De ese modo el nuevo mandatario se quedaría sin bancada parlamentaria y se enfrentaría a un Congreso totalmente adverso que le haría mucho más difícil gobernar.
Forma parte de la persecución política de que ha sido objeto Semilla, al que se intentó inhabilitar de cara al balotaje, tras el sorpresivo pase de Arévalo.
Incluso la Fiscalía un mes antes de la segunda ronda electoral allanó la sede del Movimiento, situada en el centro histórico de Ciudad de Guatemala.
En medio de este contexto también se han denunciado planes para asesinar al presidente electo, por lo que fueron reforzadas las medidas de seguridad en torno a su persona y de su compañera de fórmula Karim Herrera.
Como las más polémicas en la historia de Guatemala han sido calificadas las elecciones generales de este año, dada la intromisión del poder judicial inhabilitando a candidatos que tenían potencial en la contienda, cuya primera vuelta tuvo lugar el pasado 25 de junio.
La contundente victoria de Arévalo dejó claro el rechazo de los guatemaltecos a la corrupción e impunidad imperante en el país y su apuesta por un necesario cambio. Sin embargo, la derecha intenta bloquear a un gobierno que no responderá a sus intereses.