De enero a abril de este año 2023 se rescataron a más de mil 200 brasileños
afectados por el trabajo esclavo.
Por María Josefina Arce
Hace 135 años se abolió la esclavitud en Brasil. Sin embargo, en el gigante suramericano persisten prácticas de esclavitud moderna, fundamentalmente, en la agricultura, la minería y los servicios domésticos, aunque también se han registrado casos en la construcción y la confección de ropas.
De hecho en los últimos días fueron rescatadas 225 personas que laboraban en condiciones análogas a la esclavitud en haciendas del estado amazónico de Pará.
Una de las prioridades del gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva es erradicar esta lamentable situación, y así lo corrobora que solo de enero a abril de este año se rescataron a más de mil 200 brasileños afectados por esta condición.
En ese camino las autoridades buscan establecer controles más estrictos y multas elevadas, pero también desarrollar acciones para mejorar las condiciones de vida de los afrobrasileños.
Pues el problema es más profundo, está vinculado con el racismo y la discriminación todavía presente en Brasil. La mayoría de los trabajadores victimas de la esclavitud moderna son negros.
Por eso, el mandatario brasileño también lanzó un conjunto de medidas para mejorar la vida de los afrobrasileños en el ámbito educativo, laboral y de acceso a servicios públicos, entre otras.
Es esta una vieja batalla de Lula Da Silva, quien en sus dos mandatos anteriores ejecutó diversas acciones contra esa violación de los derechos humanos.
En 2003 puso en marcha el Plan Nacional para erradicar el Trabajo Esclavo, una iniciativa que involucró a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Se intensificaron las labores de vigilancia y se modificó el artículo 149 del Código Penal para definir claramente lo que es el trabajo esclavo, señalado como la labor forzada, la servidumbre por deudas y las condiciones denigrantes de las personas.
Una línea seguida por su sucesora en la presidencia Dilma Rousseff, también del Partido de los Trabajadores. Pero el golpe parlamentario en su contra de 2016 puso fin a este esfuerzo.
El gobierno golpista de Michel Temer recortó en 70% los fondos para combatir el trabajo esclavo. En 2019 llegaría al Palacio del Planalto el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien tampoco hizo mucho en este aspecto.
Ahora el nuevo gobierno brasileño retoma la batalla contra el trabajo esclavo en el país, pues como señala nada justifica que siga registrándose esa ilegalidad en pleno siglo XXI.