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Por María Josefina Arce
La ONU expresó nuevamente su preocupación en días recientes por la violencia que se ha adueñado de Ecuador. El organismo internacional puso el dedo en la herida, al mencionar los factores que han llevado a una alta inseguridad y crímenes en la nación andina, entre ellos el de ocho políticos en el último año.
La pobreza, falta de oportunidades laborales y de acceso a la educación, por demás de baja calidad, son causas de este panorama, señaladas por el Relator de la ONU sobre pobreza extrema y derechos humanos, Olivier De Schutter, tras concluir una visita de dos semanas a territorio ecuatoriano.
La situación económica y social de Ecuador comenzó a deteriorarse con la llegada a la presidencia en 2017 de Lenin Moreno, que implantó nuevamente en el país un modelo neoliberal, generador de desigualdades.
A esto se sumó el retorno con sus criticadas políticas de ajuste del FMI, Fondo Monetario internacional, con el que la nación había roto bajo el mandato del ex presidente Rafael Correa.
Como parte del acuerdo con el FMI, para disminuir el déficit fiscal los sucesivos presupuestos del Estado han recortado el gasto público, con el consabido deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos.
El actual mandatario Guillermo Lasso ha seguido los pasos de su antecesor en el Palacio de Carondelet. Y su estrategia para enfrentar la violencia ha sido sacar más policías y militares a las calles, dejando de lado las verdaderas causas.
La respuesta a esta problemática debe ser integral, requiere de inversiones a favor de los ciudadanos, en esferas importantes como la salud, educación y protección social.
Actualmente en Ecuador la tasa de pobreza multidimensional en las áreas urbanas es de 23%, mientras que en las rurales alcanza 70%.
Asimismo crece el trabajo informal. Cerca de 53% de los ecuatorianos se encuentran en esta situación, no tienen garantias legales de salario, vacaciones, permisos por enfermedades, entre otras protecciones.
La educación abre múltiples posibilidades ante la vida, pero no todos tienen acceso y por demás, los expertos señalan la baja calidad del sistema educativo en la nación andina.
Todos estos factores son aprovechados por los grupos delincuenciales para reclutar a jóvenes, que en muchos casos lo ven como una opción de ayudar a sus famillas.
La violencia en Ecuador precisa por tanto, una respuesta que también tenga en cuenta ofrecer alternativas, dar acceso a servicios básicos que posibiliten un mejor futuro para todos los ecuatorianos.