Cumbre G77 en La Habana, Cuba
Por Roberto Morejón
Con propuestas claras de líneas de trabajo, el Grupo de los 77 y China cumplió exitosamente su reunión cumbre en La Habana, organizada por Cuba con el apoyo de los miembros.
En un palpable incentivo a la extensión de la cooperación Sur-Sur se transformó esta productiva cita, con resultados positivos.
En ella todos pudieron expresar sus puntos de vista, a pesar de estar representados más de un centenar de países.
La mayor de las Antillas, con un soporte logístico eficaz, pero austero dadas las acentuadas carencias materiales a causa del bloqueo estadounidense y otras razones, cumplió con exactitud su labor de anfitrión.
Llamó la atención que la Declaración final, cuyo proyecto fue consensuado en negociaciones previas del país sede, subrayó el rechazo a la imposición de leyes con impacto extraterritorial y todas las formas de medidas económicas coercitivas.
Esa letra, más los llamados de estadistas y otros jefes de delegaciones a poner fin al bloqueo contra Cuba, puso de relieve el aislamiento de Estados Unidos por el asedio a la tierra de José Martí y a casi una treintena de naciones.
A las numerosas voces de solidaridad con el país caribeño se sumaron, como estaba previsto en la agenda, el análisis y exposiciones sobre la ciencia y la tecnología.
Los miembros del Grupo de los 77 y China denunciaron las injusticias que restringen el desarrollo de los países del Sur global.
Abogaron asimismo por el fomento de nuevas políticas de avance productivo sostenible e inclusivo, indispensables con vistas a que los Estados pobres y en desarrollo impulsen sus capacidades tecnológicas y de innovación.
En la reunión de alto nivel se constató además la existencia de numerosos canales para la cooperación multilateral a disposición del más amplio bloque dentro de la ONU, con 134 miembros.
Claro, todo ello se vislumbra más complejo en la medida en que el Norte industrializado se resiste a escuchar demandas, como las formuladas en La Habana, acerca de crear un nuevo orden mundial y otra arquitectura financiera.
Sin embargo, por acuerdo de los congregados, se podrán dar pasos concretos que amparen el acceso a la utilidad de la ciencia, tecnología e innovación.
De manera que aun en circunstancias difíciles por las tensiones geoestratégicas y perjuicios a las cadenas alimentarias, se abre paso, como dijera el primer ministro cubano, Manuel Marrero, la posibilidad de cambiar el planeta con el esfuerzo mancomunado de las naciones del Sur.