Imagen ilustrativa
Por Roberto Morejón
La delincuencia organizada rivaliza por el control de territorios y ha exacerbado la intranquilidad en la región limítrofe entre México y Guatemala.
Los gobiernos de ambos países debieron enviar fuerzas militares y policiales para blindar la región a ambos lados de un límite internacional de aproximadamente 965 kilómetros.
Del lado de Guatemala colindan los departamentos de San Marcos, Huehuetenango, Quiché y Petén y del mexicano los estados de Chiapas, Tabasco y Campeche.
Se trata de un territorio con presencia indígena y aun con pobreza, independientemente de la ayuda que por órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador ha llegado.
Bandas rivales mexicanas de los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación sostienen desde hace años una disputa para ejercer el control en el lugar del tráfico de mercancías, migrantes, armas y drogas.
La Oficina regional del gremio empresarial Coparmex informó de desapariciones, extorsiones y bloqueos de vías, pero oficialmente se conoció del restablecimiento de la normalidad, gracias a la presencia de los efectivos enviados por el gobierno mexicano.
Bajo ese amparo los técnicos pudieron trabajar y restablecer el acceso a servicios básicos, como la electricidad, cortada por las bandas.
Todo ello ocurre en desafío a una política de seguridad del gobierno mexicano en la que se apela al diálogo en lugar de únicamente a la fuerza, como ocurría en años anteriores.
El presidente López Obrador jerarquiza la atención a problemas sociales mediante los llamados Programas para el bienestar de los residentes en las comarcas más deprimidas, como la utilizada ahora por los narcotraficantes y el crimen organizado.
Con el envío de tropas, debe fortalecerse la presencia de las instituciones de seguridad y en caso necesario restablecer el orden y libre tránsito.
No obstante, los carteles de la droga y otros delincuentes siempre destruyen el tejido social de los lugares donde operan.
Ahora bien, el primer mandatario de México alertó sobre lo que consideró sobredimensionamiento de los sucesos en la frontera con Guatemala, con fines electorales de la oposición.
Los adversarios del proceso de la cuarta transformación también apelan al conflicto migratorio en el sur de México, donde se agolpan miles de personas en busca de obtener permiso para llegar a la frontera con Estados Unidos.
El sur de México ha pasado a ser una región porosa a la cual le prestan atención todo tipo de delincuentes incluyendo los traficantes de seres humanos.