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Por Roberto Morejón
Colombia podría concretar sus ambiciosos planes de desarrollo ferroviario con inversiones de China, según se desprende de la exitosa visita a Beijing del presidente Gustavo Petro.
Como resultado del viaje, ambos gobiernos suscribieron 12 acuerdos de cooperación en materia económica, agrícola, inversionista, comercial, tecnológica, ambiental, científica, educativa y cultural.
La enumeración ilustra la elevación de los nexos bilaterales al nivel de Asociación Estratégica, la que permitirá otorgarle prioridad al transporte ferroviario colombiano.
Durante su visita de Estado, Petro se reunió con miembros de una de las compañías chinas encargadas de la construcción de la primera línea del metro de Bogotá, un viejo sueño largamente postergado.
El gigante asiático dio el visto bueno a los planes del país sudamericano de ampliar su red de ferrocarriles para conectar puertos caribeños y el Pacífico y complementar los servicios del Canal de Panamá.
Ahora bien, Colombia no es el único país en recibir los beneficios de nexos crecientes con China.
Es frecuente el arribo de presidentes y ministros latinoamericanos a Beijing y no solo con motivo de la Nueva Ruta de la Seda, un gigantesco proyecto de comercio e inversiones de China con casi 140 países.
En un mundo cada vez más multipolar, aunque Estados Unidos lo trate de impedir, en la región al sur del Río Bravo buscan aperturas en China, donde saben interpretar las necesidades del Sur global.
América Latina aprovecha el mercado chino para exportar renglones clave como carne congelada, frutas, flores y materias primas.
China es el segundo mayor socio comercial de América Latina y se ha convertido en el proveedor más relevante de bienes.
El comercio entre China y sus socios en este lado del mundo rebasará los 700 mil millones de dólares en 2035, o sea, dos veces más en comparación con 2023.
Desde su posición hegemónica, Estados Unidos considera un peligro el acercamiento comercial de China a América Latina y lo obstaculiza.
La Unión Europea prioriza aproximarse a América Latina, hablar de proyectos y restarle espacio a China.
Como ha ocurrido con el presidente Petro en su visita a Beijing, varios gobernantes de naciones de Sudamérica y Centroamérica han visto a China como destino esperanzador en la esfera de las importaciones.
También valoran altamente a la segunda potencia económica mundial como fuente de inversiones clave en un mundo donde la tecnología aplicada a la economía es cardinal.