No disminuye la violencia en Ecuador. (Foto:PlanV)

Por María Josefina Arce

La crisis carcelaria y la alta inseguridad parecen no tener fin en Ecuador. Esta es una de las principales preocupaciones de los ecuatorianos y a la que deberá hacer frente el empresario Daniel Noboa, electo presidente en octubre pasado en la segunda ronda de unas inéditas elecciones anticipadas.
  
En los últimos días un nuevo enfrentamiento entre bandas criminales tuvo lugar en la penitenciaría del Litoral, la más grande del país y donde la pasada semana se registró un motín con la retención de agentes de seguridad y funcionarios del penal.
   
Desde 2020 en las cárceles de la nación andina se suceden las masacres, sin que el estado de excepción declarado por el mandatario Guillermo Lasso y la intervención del ejército y las fuerzas policiales hayan puesto coto a esta situación.
  
Unos 500 reclusos han perdido la vida en estos hechos en las cárceles, superpobladas, con deficientes condiciones higiénicas y la ausencia de un sistema estable y fiable para la rehabilitación social.
   
Pero la violencia en los centros penitenciarios también se ha trasladado a las calles. El país suramericano cerró 2022 con cuatro mil 603 muertes violentas, una tasa de 25 casos por cada 100 mil habitantes.
   
El pasado año Ecuador fue la nación de América Latina que tuvo un mayor aumento de la violencia, al registrarse un crecimiento de 82% de este índice entre 2021 y 2022.
   
En el presente año hasta octubre ya se contabilizaban más de seis mil asesinatos, entre ellos los del alcalde de la ciudad de Manta, Agustín Intriago, en julio, y del candidato presidencial Fernando Villavicencio, en agosto, a días de la primera ronda electoral.
   
Los tipos de acciones violentas se han ido diversificando. La población ecuatoriana se enfrenta ahora además, a extorsiones, secuestros y atentados con explosivos.
   
La respuesta del gobierno de Lasso de declarar varios estados de emergencia y sacar a los militares a las calles, no ha resuelto el problema que es mucho más complejo.
  
La falta de inversión social para frenar el aumento de la pobreza y garantizar servicios básicos a la población, la ha colocado en una situación de vulnerabilidad frente a las bandas criminales.
  
Noboa se enfrenta a un gran desafío. Tendrá hasta mayo de 2025 para dar una respuesta convincente y eficaz a esa problemática, considerada por más del 60 % de la ciudadanía  como la más grave que enfrenta Ecuador.