Estados Unidos y sus mentiras contra Cuba
por Roberto Morejón
La administración estadounidense parece tener oídos selectivos, pues ignora las crecientes solicitudes de personalidades e instituciones para retirar a Cuba de la arbitraria lista de países que, según considera, patrocinan el terrorismo.
Estados Unidos mantuvo un año más a la mayor de las Antillas en la citada enumeración, según señala el informe de 2022 sobre terrorismo en el mundo, publicado recientemente por el Departamento norteamericano de Estado.
Esa designación absurda, carente de respaldo conceptual o práctico, implica un mayor control de Estados Unidos sobre las exportaciones, ayuda exterior, transacciones bancarias y otras operaciones comerciales y económicas, lo que acentúa las privaciones materiales de los cubanos.
Ya se sabe que a causa esencialmente del bloqueo estadounidense, los residentes en la nación caribeña atraviesan por un período difícil en el orden material.
Pero en Washington desechan el clamor en la Asamblea General de la ONU para poner fin al bloqueo, cuya última resolución se adoptó en noviembre último.
Entre los oradores que entonces explicaron su voto a favor de la moción para instar a Estados Unidos a poner fin al asedio a Cuba, estuvieron los que también reclamaron la salida de la nación antillana del inventario de los que, según Washington, amparan el terrorismo.
En la propia Casa Blanca se han entrevistado con el presidente Joseph Biden dignatarios de América Latina y el Caribe que le han expresado similar preocupación.
No son pocas las voces que en Estados Unidos instan a su gobierno a poner fin al bloqueo y a la inclusión de Cuba en la relación de los que se le antoja como valedores del terrorismo.
Para los cubanos resulta calumniosa la alegación e inaceptable prolongar una decisión de ese corte, mucho más cuando contra este país se han cometido ataques terroristas, organizados desde la potencia del Norte.
Como señalaran pronunciamientos del Ministerio cubano de Relaciones Exteriores, en Estados Unidos cuentan con información más que suficiente para constatar el firme y limpio compromiso de la mayor de las Antillas en el enfrentamiento al terrorismo.
Se trata de evidencias que no hacen mella en la administración, la cual solo recicla de forma impúdica los subterfugios usados para explicar la presencia de La Habana en su ajada lista.