En la Plaza de la Revolución Fidel proclama a Cuba territorio Libre de Analfabetismo
por María Josefina Arce
Hoy es un día especial. Cuba rinde merecido homenaje a quienes han dedicado y dedican su vida a la hermosa y noble labor de educar, de inculcar valores y principios, de preparar para la vida, y a quienes el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, calificó de creadores.
Un 22 de diciembre de 1961 se vivía un momento trascendental en la historia de la nación caribeña. Cuba se declaraba "Territorio Libre de Analfabetismo", tras la culminación exitosa de la Campaña de Alfabetización, primera gran proeza educacional de la naciente revolución cubana, asediada por el imperialismo norteamericano.
En una Plaza de la Revolución colmada de ciudadanos, el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, calificaría de una verdadera batalla contra el analfabetismo la campaña, en la que se involucraron 271 mil educadores voluntarios de todo el territorio nacional.
Más de 700 mil personas aprendieron a leer y escribir, gracias a aquella proeza, que contó con la decisiva participación de gran cantidad de jóvenes que hicieron suya la máxima martiana de que "Al venir a la Tierra todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás."
Hoy ese pensamiento del prócer cubano sigue inspirando a quienes con devoción, amor y desafiando carencias materiales llevan conocimiento a niños y jóvenes y les inculcan el amor a la Patria.
Y es que la educación también sufre con fuerza las limitaciones del bloqueo que por más de seis décadas ha impuesto Estados Unidos a nuestro país.
El unilateral y criminal cerco económico provocó sólo de marzo de 2022 a febrero del presente año pérdidas a ese sector por valor de cerca de 76 millones de dólares.
Las medidas estadounidenses dificultan la adquisición de insumos para la producción de libros, folletos y otros materiales necesarios para la enseñanza en todos sus niveles.
Carencias que afectan notablemente a una especialidad tan humana como la educación especial, y que no se detiene gracias al compromiso del estado y de los educadores, artífices de alternativas para preparar a esos niños y jóvenes para su total inserción en la sociedad.
Como aquellos jóvenes que hace más de seis décadas marcharon a los más recónditos lugares de la geografía cubana para llevar el saber, los educadores de hoy son objeto de respeto y admiración.
No importan las carencias, cada día, sin escatimar tiempo, despliegan todo su amor y dedicación para formar en los mejores valores y principios a los hombres y mujeres del mañana.