Imagen ilustrativa
Por Roberto Morejón
El fin de la emergencia sanitaria por la Covid-19 en el mundo, representó una buena noticia en 2023, año en el que se registraron o profundizaron crisis y guerras así como calamidades atadas al cambio climático.
La OMS, Organización Mundial de la Salud, puso fin en mayo a la emergencia de salud global por el nuevo coronavirus, tres años después de declararla, y al cabo de contabilizarse al menos 6,9 millones de personas fallecidas.
Con impacto determinante en la actual crisis económica internacional caracterizada por la inflación, el virus dio un vuelco al planeta, alteró las formas de vida y obligó a muchos países a colaborar.
Quizás esa asistencia demoró más de lo prudente. Las primeras vacunaciones a gran escala comenzaron el 8 de diciembre de 2020, menos de un año después de la notificación a la OMS del primer caso de la enfermedad.
De acuerdo con la OMS, la pandemia dejó a los terrícolas nuevas herramientas y ambiciones y ayudó a entender la necesidad de alistarse para futuros acontecimientos de ese origen.
Ante la forma en que cambió la vida, los expertos señalaron que si bien la etapa de la emergencia quedó atrás, la Covid-19 no desapareció, aunque son indudables las consecuencias de los altos niveles de vacunación y la inmunidad acarreada por la propia infección.
Dicho de otra forma, los conocedores de la materia indican que el virus no tiene ya la misma peligrosidad y alcanzó un nivel de equilibrio o de coexistencia con el huésped humano.
El mundo le debe gratitud a la ciencia, pero también debe atender las consideraciones de sus exponentes, porque, como indican, no puede desconocerse la grave inquietud social creada por la enfermedad.
Quedaron más sobresalientes que de costumbre las acentuadas desigualdades, pues las poblaciones más pobres fueron las más afectadas y las últimas en recibir vacunas y procederes médicos.
Como se sabe, la población de los países industrializados recibía la segunda y tercera dosis de vacunas mientras solo cinco por ciento de las comunidades africanas corrían la misma suerte.
Extraer las lecciones pertinentes de la ofensiva a la que tuvo que sumarse el mundo para preservar la vida, debería ser uno de los aprendizajes de tan dura etapa sanitaria.
No es sensato olvidar que el virus evidenció ser un contendiente impredecible, mutando vertiginosa y significativamente hasta resurgir y devastar asentamientos humanos.