¿Asesinato experimental?

Editado por Maria Calvo
2024-01-29 08:47:31

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Sala de ejecución en Estados Unidos. Imgen: El Universal

por Guillermo Alvarado

El estado norteamericano de Alabama ejecutó recientemente a un preso utilizando para ello un método insuficientemente comprobado desde el punto de vista científico y que la Organización de las Naciones Unidas califica simple y llanamente como tortura.

Kenneth Eugene Smith, sentenciado por su participación en un asesinato por encargo fue inmovilizado sobre una camilla, le colocaron sobre el rostro una máscara respiratoria de seguridad industrial y conectaron ésta a un tanque de nitrógeno puro hasta causarle la muerte.

Según las autoridades, este método no causa ningún dolor a la víctima, pero eso no está demostrado todavía y sus críticos la consideran como un acto cruel, inhumano y, además, experimental.

Más aún, la llamada hipoxia por nitrógeno se utiliza en la práctica veterinaria para sacrificar animales, pero antes de eso se les administran fuertes sedantes para evitar cualquier eventual dolor, lo que no ocurrió con Smith.

Los defensores del condenado realizaron múltiples apelaciones para impedir este acto aberrante, incluso señalaron que la Constitución de Estados Unidos prohíbe castigos crueles o inusuales, pero todo fue inútil.

El señor Eugene Smith ya había escapado antes de la muerte, cuando lo iban a matar por medio de la inyección letal, pero luego de varias horas de estar atado fueron incapaces de insertar un catéter en sus venas para administrar los químicos y debieron interrumpir el lamentable espectáculo.

La jueza Sonia Sotomayor, que junto a dos colegas se opusieron a este asesinato legal afirmó: “Al no haber podido matar a Smith en su primer intento, Alabama lo ha seleccionado como su ‘conejillo de indias’ para probar un método de ejecución nunca antes intentado. El mundo está mirando”

Y es verdad que el mundo estuvo mirando, quizás precisamente porque Estados Unidos invierte buena parte de su tiempo buscando por todas partes supuestos violadores de los derechos humanos, pero es incapaz de observar lo que dentro de su propio territorio está sucediendo.

Ni Donald Trump, que busca retornar a la Casa Blanca, ni Joseph Biden, que hoy día la ocupa, dijeron nada de esta atrocidad que, a pesar de su crimen, indudablemente Smith no mereció sufrir jamás.

Conocerán ellos aquel poema de John Donne titulado Por quién doblan las campanas, escrito en el siglo XVII y que dice: “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.



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