La violencia ha empeorado desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021,
y el clima político y de seguridad no mejora en el país. (Imagen de archivo/RHC)

Por María Josefina Arce.

La violencia se ha adueñado de Haití. El pequeño país caribeño vive una crítica y alarmante situación; bandas criminales han ido apoderándose del territorio y ya controlan el 80%, sembrando el terror entre la población civil y provocando numerosas víctimas.

De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, en el mes de enero la violencia dejó más de 800 muertos. Sólo en 2023 unas 8 mil personas fueron víctimas de agresiones de las pandillas, una alta cifra que incluye muertes, heridos y secuestros.

Y la ola de inseguridad escaló el fin de semana, con el ataque de grupos criminales contra la principal cárcel de Puerto Príncipe, la capital. Miles de reclusos escaparon, lo que llevó a las autoridades a decretar desde el domingo y por 72 horas el estado de urgencia y el toque de queda en gran parte del país.

Calificada como la nación más pobre del hemisferio, Haiti vive hoy una crisis humanitaria a causa del caos desatado por las pandillas que han  llevado al cierre de negocios y otras actividades económicas, a lo que se suma el impacto de desastres naturales a lo largo del tiempo.

A finales del pasado mes la ONU lanzó un llamado para recaudar 674 millones de dólares y ayudar a cerca de cuatro millones de haitianos que sufren inseguridad alimentaria.

El asesinato en 2021 del presidente Jovenel Moïse llevó a un recrudecimiento de la violencia y la no convocatoria por el primer ministro Ariel Henry a elecciones generales desató el caos en el país caribeño, que además en estos momentos no cuenta con un Parlamento activo. En enero de 2023 expiró el mandato de los últimos senadores.

Lo cierto es que Haití ha vivido momentos bien complejos a lo largo de su historia desde crisis económicas, políticas, sociales, sanitarias e intervenciones de fuerzas extranjeras, la primera de ellas en 1915 por Estados Unidos  y que se extendió hasta 1934, aumentando la pobreza y la desigualdad entre la población.

Vendría después en la década del 50 y hasta 1986 la sangrienta dictadura de la familia Duvalier. Cuarenta mil muertos, más de un millón de exiliados y una escandalosa pobreza fue el triste saldo de aquel periodo.

A partir de ese momento se registraria en distintas etapas la presencia de tropas extranjeras en el país, que además sufrió en 2010 un devastador terremoto con un saldo de más de 220 mil fallecidos.

Preocupación y alarma provoca la actual situación que se deteriora por minutos. Son muchas las voces, como la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que han pedido un diálogo urgente entre la sociedad civil y los actores políticos para hallar una salida a la actual inestabilidad política y social en Haití.