Imagen ilustrativa tomada de @TeleSURtv
Por Roberto Morejón
Las elecciones en Venezuela atraen la frenética atención de la prensa hegemónica, a partir de la especulación de si se llevarían a cabo y de la búsqueda a toda costa de un opositor que se enfrente al candidato del chavismo.
Ante los comicios previstos en 2024, se tejieron conjeturas y falsedades que no parecen tener coto, ni siquiera ante el anuncio del Consejo Nacional Electoral sobre una fecha precisa de las presidenciales.
En efecto, los venezolanos ya conocen que la esperada concurrencia a las urnas será el 28 de julio, día del natalicio del líder bolivariano Hugo Chávez, el gran inspirador de los afanes libertarios del país.
Chávez, quien ganó reiteradas porfías en las urnas, sentó una pauta en la nación sudamericana, continuada por sus seguidores, aunque estos, como aquel, debieron enfrentar campañas difamatorias.
Es lo que ocurre ahora, horas después de anunciarse la fecha del 28 de julio, en cumplimiento de uno de los acuerdos entre el gobierno y la oposición más radical.
Ocurre que Estados Unidos y los más recalcitrantes dicen estar irritados porque la figura de su predilección, María Corina Machado, está inhabilitada para ejercer cargos públicos por 15 años.
Como antes hicieron con Juan Guaidó, en la Casa Blanca y en el Congreso estadounidense pretenden que los venezolanos asuman a Machado como suya, a pesar de su trayectoria escabrosa.
De familia acomodada, impulsó junto al prófugo Leopoldo López protestas violentas en Venezuela, donde llegó a expresar que no sería posible concretar un regreso a la legalidad sin recurrir a la fuerza.
Ante la inhabilitación de Machado, desde el país del Norte amenazaron con reimponer sanciones al sector petrolero y del gas en abril próximo, luego de suspenderlas parcialmente, como ya hicieron con la minera estatal de extracción de oro.
Insatisfecho con lo anterior, el gobierno de Joseph Biden prolongó por un año la declaración de emergencia nacional sobre Venezuela, por lo que llama amenaza para su seguridad y la política exterior.
Era una nueva señal de hostilidad que se une al arsenal de sanciones que han afectado el nivel de vida de los venezolanos, aunque no desviaron al país de su rumbo independiente y soberano.
Estados Unidos, la Unión Europa y la prensa corporativa deberían dejar en paz a los venezolanos para que ellos puedan dirimir en las urnas cuál el aspirante de su predilección, sin la presión externa.