El presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Mike Johnson. Imagen: publico.es
por Guillermo Alvarado
La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó con inusitada rapidez un abultado proyecto de ayuda militar para Ucrania, Israel y Taiwán, que estuvo retenido durante casi un año en los meandros de las negociaciones legislativas entre demócratas y republicanos.
De este paquete la mayor tajada se la llevó Kiev, que recibirá poco más de 61 mil millones de dólares para gastos militares, lo cual significa que será dinero quemado en las hogueras de la guerra, que no generará ningún beneficio directo para la población.
Por supuesto que el presidente Volodimyr Zelensky se mostró entusiasmado cuando recibió la noticia porque según denuncias, por cierto acalladas en los grandes medios de comunicación occidentales, en torno a los recursos para el enfrentamiento bélico hay varios manejos sucios.
Hay señales de corrupción en la compra de suministros para la guerra, que llevaron a la renuncia de cinco gobernadores, el viceministro de Defensa, Viacheslav Shapovalov, el jefe adjunto de la administración presidencial, Kirilo Timoshenko, y el fiscal general adjunto Oleksii Simonenko. Un equipo creado para investigar recibió en poco tiempo más de dos mil denuncias.
El plan aprobado en la cámara baja incluye 13 mil millones de dólares en ayuda militar para Israel y 8 mil millones a Taiwán, en este último caso para la compra de submarinos y otros medios.
Lo ocurrido en ese recinto legislativo causó irritación en la dirección del partido Republicano, no porque estén en contra de la guerra, sino porque le da oxígeno político al presidente Joseph Biden en un año electoral y ya se habla de destituir al líder de esa agrupación en la Cámara de Representantes.
Otro asunto a tener presente es que cuando se habla de ayuda militar no significa plata del gobierno, porque este no genera riqueza, sólo administra la que, en parte, los trabajadores entregan al país por medio de los impuestos.
Los 82 mil millones de dólares citados anteriormente son en realidad dinero de los contribuyentes, o sea de los hogares o individuos y sus representantes en el Congreso, con el aval del Ejecutivo, deciden mandarlos a la guerra en vez de devolverlos en forma de mejores servicios públicos.
Una familia promedio de 2,5 miembros pagó de impuestos en 2021 casi 18 mil dólares y en ese país hay 131,5 millones de hogares, así que haga usted, amigo, las multiplicaciones correspondientes para saber cuánto ingresa al fisco sólo por esa vía, sin contar las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas.
Para muchos ciudadanos allí será un amargo descubrimiento saber que son ellos quienes pagan las guerras, en las cuales se involucra su país.